sábado, 26 de septiembre de 2020

''Morir de amor'' ® Lázaro Mayorga


 Es un día domingo por la mañana cuando un auto de alquiler se detiene frente aquel inmueble que se encuentra en la periferia de la ciudad. De él de baja Lorenzo, tambaleándose y con una botella de vino en la mano. Esta edificación de una sola planta, alberga en las oficinas y salas de trasmisiones de la difusora X.E.Z. Radio Variedades, donde él trabaja como locutor suplente. Lo primero que hace al entrar, es dirigirse a la cabina para encender el equipo., consola, cartucheras, tornamesas, etc.

Después de consultar el reloj de pared que tiene en frente, nota que aún faltan veinte minutos para entrar al aire. Con paso rápido se dirige al baño, donde se moja rostro y cabeza con agua fría, y después se prepara un café bien cargado para terminar de despejarse. Minutos más tarde, ya está listo para iniciar con su trabajo. En la cartuchera múltiple, ya tiene listo el Himno Nacional Mexicano, con el que se abre y se cierra transmisiones. Y mientras corre la identificación de la difusora, jala todo el aire que puede a sus pulmones, abre el micrófono, y su voz se comienza a escuchar en todos los radios receptores que lo sintonizan en ese momento.

---¡Que tal amigos y amigas, los saluda su amigo y servidor Lorenzo Méndez. Deseándoles de todo corazón un feliz domingo. Y la estamos listos para presentarles la música más bonita a través de su estación preferida, Radio Variedades!

Una vez que cierra el micrófono, pone a girar la torna mesa con su canción favorita y con la que abre siempre su turno, Morir de Amor. Le sube volumen al audio interno de la cabina, al tiempo que la voz de Miguel Bose interpreta las primeras estrofas.

¿Qué es Morir de Amor?, morir de amor por dentro.

Es quedarse sin tu luz, es perderse en un momento.

Al instante le viene la imagen de Mariela a la mente. Esa mujer por la que anduvo penando toda la noche, entre bares y cantinas.

¿Cómo puedo decirte que lo siento

Si tu ausencia es mi dolor, que yo sin tu amor me muero.

Lorenzo se levanta y se sacude la cabeza tratando así de borrar ese rostro por el que vive y muere a la vez.

Morir de Amor, despacio y en silencio sin saber...

Si todo lo que te he dado te llego a tiempo.

En el puente musical de la canción, sale de la cabina y se dirige a la sala de recepción, donde se alinean varios escritorios. Al lado derecho de la entrada, se encuentra el de Mariela, su ex novia.

Lo primero que ve al acercarse es su fotografía. Es una joven de veintitrés años, aperlada, de cabello castaño y largo. Ojos color café claro, de finas facciones y delgada. Mientras lo observa su rosto se endurece, al recordar el incidente del día anterior.

A pesar de tener más de un año de no ser novios, no pudo evitar los celos al verla acompañada de otro hombre.

Lorenzo caminaba al lado de su novia en turno, pues desde que termino con su relación con Mariela, buscaba de mujer en mujer, quien se la hiciera olvidar sin éxito.

Ella venia por la misma calle Peatonal en compañía de un joven, distraída, y casi sin prestarle mucha atención a su plática, cuando de repente se encontraron frente a frente.

El se detuvo al instante, mirándola fija mente. Y ella, al verlo también acompañado se detuvo unos momentos turbada, y sin saber qué hacer, para después, casi a la carrera, perderse entre la gente, seguida de su acompañante. Al voltear Lorenzo hacia su novia, vio también que ella se alejaba furiosa, al darse cuenta de lo ocurrido, el simplemente se encogió de hombros y se encamino tras los pasos de Mariela. Con los puños apretados y el corazón encendidos por los celos, la busco en vano entre la multitud. Mucho tiempo después, triste y fatigado, se metió al primer bar que encontró en el camino.

Lorenzo deja sus amargos pensamientos, pues de da cuenta que la melodía que tiene al aire, ya se va a terminar y mas que correr, vuela hacia a la cabina, llegando justo a tiempo ligar la siguiente canción. Es una de corte ranchero, esas que hablan de desamor y despecho. Es entonces que se acuerda de la botella de vino que tiene debajo de la mesa de la consola, la saca y le da un buen trago. Sabe que es domingo y que ningún empleado y mucho menos el dueño, se aparecerán por ahí.

Después de una hora de música variada, vuelve a poner su melodía favorita. Desde los primero acorde, se le viene otra vez a la mente el rostro de su dulce tormento, ¡Mariela!. Le sube otra vez el volumen al audio interno, le da otro trago a la botella y se pone a cantar lleno de sentimiento, versos de la canción.

Yo no sé muy bien, que es lo que está pasando.

Tengo seco el corazón, y es de haber llorado tanto.

Apretando puños y dientes, se levanta de su asiento. ¡Ya no quiero pensar en Ella! ¿Para qué? !Si Ella ya tiene otro amor, lo mejor es olvidarla!.

La melodía termina y después de dar lo hora y la temperatura, pone la que sigue y se dirige al baño. Al abrir la puerta se da cuenta que debajo del lavabo hay un bulto que no había visto antes. Lo saca y ve que es la maleta del guardia, con ropa y accesorio. Pero lo que más llama su atención, es la pistola escuadra que sobresale de una bolsa lateral. Lorenzo piensa que la dejo ahí mientras iba a algún mandado y regresaría por ella mas tarde. Toma el arma entre sus manos, y mirándose al espejo, finge darse un balazo en la cabeza-¡bang!- Dice sonriendo, y con el arma en la mano se regresa a la cabina. Al llegar, la pone en medio de las tornamesas y sigue con su trabajo.

Las siguientes horas transcurren muy lentas para él. Ya casi no habla al aire. Solo se dedica a ligar canción, comerciales, canción, y no deja de tomar y de jugar a matarse con la pistola.

Mientras tanto Mariela se a levantado temprano y encendido la radio donde trabajan ella y Lorenzo. A pesar de todos sus pleitos  y mal entendidos con él, le gusta escucharlo. Se sienta en el sofá cierra los ojos y se pone a recordar esa época bonita de cuando eran novios. El amor que se tenían era la envidia de propio y extraños ¿Y después que paso?. Su romance navegaba en medio de intrigas y chismes. No podía negar que el trabajo y el carisma de él, le acarreaban muchas simpatías con las demás mujeres. Nunca fue celosa al extremo, pues sabia del amor que él le tenía. Pero las envidias, por un lado, y los pleitos entre ellos continuaron y por fin terminaron.

Dejo sus recuerdo a un lado y le subió volumen al radio portátil que tenia a un lado, sobre el buro, cuando escucho que Lorenzo programaba la canción que a él más le gustaba Morir de Amor. Cerro una vez mas lo ojos y se dejo llevar por el ritmo de la música. En el fondo sabia que aun lo amaba. ¿Entonces? ¿Por qué no dejar el orgullo que ambos se cargaban y empezar de nuevo?.

Aquí corto de nuevo sus pensamientos al darse cuenta que él cantaba parte de la canción al aire.

No me queda más... que dos o tres recuerdos.

Una carta alguna flor, un adiós muy corto y un te quiero...

Morir de amor...

Alarmada, tomo el teléfono y marco a la difusora. No porque él hubiera cantado, siempre lo hacía, era parte de su show. Si no porque ella lo conocía muy bien y noto que arrastraba las palabras.

---¡Bue bueno! ¿Quie quien habla?

---Lorenzo ¿estas bien, estas tomando? Ella confirmo lo que temía, al ver que al hablar él seguía arrastrando las palabras.

---¿Y que le importa a mi Marielita querida. Recuerda que ya no somos nada, hip, ¡nada! Mariela se llevo una mano al pecho al sentir que su corazón latía mas de prisa, como presintiendo algo.

---¡ Lorenzo, te lo pido por favor, no vallas a cometer una locura, te prometo que mañana hablamos!. Él le contesta burlón.

---¡Bla, bla, bla! No Marielita, quiero que sepas que tengo una pistola apuntándome a la cabeza y que prefiero morir, a seguir viviendo sin tu amor. Diciendo eso, levanta su mano con la pistola y se apunta a la cabeza. Mariela le grita angustiada atreves del teléfono.

---¡Noo, mi amor! No hagas una tontería. Escúchame, ¡yo, te amooo!. Por respuesta, solo escucha el sonido de un balazo que retumba como trueno en sus oídos. Enloquecida, avienta el teléfono hacia cualquier lado, y tapándose la cara con ambas manos, llorar sin control.

Lorenzo se endereza sobre su cama sudoroso y excitado, aun aturdido por la horrible pesadilla y voltea su rostro hacia todos lados. La recamara esta en semipenumbras, y con sus manos palpa alrededor de él. Entonces es cuando la siente. Es Mariela, su esposa, quien esta acostada hacia el lado de la pared. Se inclina para besarla en la Mejía, y su mano rosa el voluminoso vientre de ella. Sonríe y lo acaricia. Es su primer hijo producto del gran amor de los dos.

 

® Lázaro Mayorga (H. Matamoros, Tamps)

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