jueves, 11 de marzo de 2021

''Lalú'' ® Teresa del Carmen Zamora González


Lalú estaba bañando al niño.

-Mamá, Tanilo no me deja de pegar- gritó su hija de seis años, desde la sala.

Colorada por los vapores del baño, tallándole la espalda al bebé, gritó:

- ¡¡José, deja en paz a tu hermana o te voy a cortar el pito para que aprendas a obedecer…!! -

Era una amenaza grave, pero efectiva. Lalú seguía sin entender como había terminado siendo ama de casa. Madre de tres, Licenciada en derecho, no ejercía desde que se casó.  Si tan sólo no hubiera tenido hijos…

-Para qué quieres trabajar? - le había dicho la noche de bodas- yo traeré a la casa lo que necesiten. Si quieres sentirte útil, ten la ropa planchada y la mesa servida cuando yo llegue y nos evitaremos muchos problemas -

No había entendido lo que significaba hasta que le puso la primera golpiza.

El niño movía sus manitas, alegre, chapoteando en la tina. Le gustaban las burbujas. El vapor se había acumulado tanto que hacía chorrear el sudor por la cara de Lalú y le hacía cosquillas en la punta de la nariz.

- ¡Mamá, mamá, Tanilo me aventó una naranja del frutero en la cabeza y me dio una patada, dile algo!  – gritó la niña en la puerta del baño, llorosa.

- ¡José, si no dejas en paz a tu hermana, te lo voy a cortar de veras!  Y tú, tonta – Gritó furiosa, agarrando a la niña por la trenza – aprende a defenderte en vez de quejarte y lárgate que estoy ocupada. – exclamó, empujándola hacía el pasillo.

Estaba acomodando al niño acostado en el chorro del agua para enjuagarle su cabecita llena de jabón cuando se escuchó el terrible grito desgarrador de Tanilo, proveniente de la sala.

Lalú no supo lo que hizo. Dejó todo y bajó corriendo la escalera. Sobre la alfombra nueva, con los pantalones abajo, estaba el niño de cinco años, con las piernitas cubiertas de sangre…

- ¡Me lo cortó, mamá…! - y se desplomó en el suelo.

Aterrorizada, Lalú lo tomó entre sus brazos, gritando mientras metía al niño a la camioneta para llevarlo al hospital:

- María, ¿qué hiciste? ¡Te voy a matar escuincla desgraciada! ¿¡Estás loca…!?-

Su marido, que acababa de llegar en ese momento, sin entender lo que pasaba, le preguntó, asustado:

- ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? -

-Busca a María por favor, ahorita vengo-

Arranca la camioneta y sintiendo que se atora con algo al sacarla en reversa. La frena.

La niña, aterrorizada por la sangre y la reacción que tendría su mamá, se había escondido debajo del vehículo.

¿A qué hora se dará cuenta Lalú que no cerró la llave del baño?

 

® Teresa del Carmen Zamora González (Toluca, México)

miércoles, 10 de marzo de 2021

''Maleta extraviada'' ®Mauricio Oliver


 Después de mucho meditarlo, de hartarse del papeleo en la oficina, de los permisos, sacar el pasaporte, dejar todo listo en el trabajo, encargar al perro con alguien confiable, contratar a un guardia de seguridad personal para que cada noche su casa esté segura, Santiago Rivera se alista para salir de viaje.

Sobre la cama coloca su maleta vacía. La abre cuidadosamente. En la parte superior derecha pone una almohada ajustable al cuello, bajo ella un antifaz. Afuera de su maleta sitúa su porta-pasaporte, donde lleva todas sus identificaciones posibles: INE, licencia de manejo, Curp, credencial de la biblioteca, una copia miniatura de su acta de nacimiento; también ha metido en el porta-pasaporte una pequeña libretita con el teléfono del lugar donde se hospedará y el boleto de avión.

Revisa su vestimenta. Sus tenis blancos, recién lavados; pantalones de mezclilla planchados y una playera color gris de cien por ciento algodón. Bajo la almohada mete un pequeño sobre con una cantidad suficiente de dinero, por si acaso. Junto al porta-pasaporte pone pequeño libro de Jodorowsky. Ahora procede a meter más cosas en la maleta: tres pantalones de mezclilla, un par de shorts, chanclas, zapatos de vestir, otro par de tenis, una mochila enrollada, una cantimplora, bloqueador solar, pastillas potabilizadoras de agua, un antidiarreico, paracetamol, salchichas, barras energéticas, un diccionario, una cámara, un paquete de cigarrillos, otro de condones, sal, pimienta, una lata de atún, ocho calzones, cuatro pares de calcetas, cepillo de dientes, crema para afeitar, un rastrillo con cuatro cabezas de repuesto, un cortaúñas grande, uno pequeño, unas alicatas, unas pequeñas tijeras de pedicura, papel de baño, un paquete de servilletas, dos sacos, cuatro camisas, dos corbatas, desodorante, gel antibacterial, una navaja suiza, un paquete de plumas, otro de colores, cargador de celular, laptop, cargador de la laptop, dos memorias usb, una libreta, un sobre de café colombiano, dos cubitos de azúcar, una cuchara, una taza.

 

Bullicio de gente que viene y va. Aborda y desciende, siendo siempre los mismos individuos, o diferentes, no existe gran contraste entre unos y otros, todos llevan maletas, rostros aletargados, y un no sé qué en las piernas de necesidad de estirarlas.

Santiago llega por una de las escaleras eléctricas hacia la sala de espera dónde esperará para abordar dentro de poco su avión hacia Colombia, donde visitará a un viejo amigo de la Universidad.

Nunca ha sido de los que temen subirse a uno de esos aparatos. Estadísticamente, decía, es de los medios de transporte más seguros del mundo. Claro, se le podría replicar, pero es el medio de transporte en el que, en caso de accidente, menos probabilidades tienes de salir vivo, aunque todo es relativo, nos diría.

Al arribar a la ciudad de Bogotá, mira con aire de satisfacción el gran Aeropuerto de la ciudad, sabedor de la gran aventura que le espera en una tierra desconocida. Lo primero que hace, antes que nada, es telefonear a su amigo desde su celular. ¿Bueno?, ¿sí? ¿Gustavo? Él le dice que por asuntos laborales no podrá recibirlo en su casa, pues salió de viaje y regresaría en tres días a lo sumo, por eso le pide que se hospede en algún hotel, y luego él cubrirá esos gastos. Un poco desanimado, Santiago acepta y finaliza la llamada.

Algo le falta, ¡la maleta!, por las prisas, olvida pasar por ella a la paquetería. Se presenta, da su boleto, su comprobante maletero. No señor, no está. ¿Cómo pinches no?, ¡busque bien! No, no está, le pido por favor que acuda a Reclamaciones. Santiago se dirige hacia la caseta de reclamaciones fuera de sí, camina lento, sin mover los brazos, aterrado, sin poder pensar qué hará si pierde la maleta. Por fortuna, trae un poco de dinero extra en la…, se revisa, tres, cuatro veces, sin poder palpar su cartera. Al momento de sacar el comprobante… ¡puta madre! Se regresa. ¿No ha visto mi cartera? No, señor, acá no hay nada. Abatido, regresa a Reclamaciones. Su maleta, si la encontramos, llegará en un lapso de 5 a 7 días.

Santiago se encuentra a sí mismo sentado en la escalinata de un museo en el centro de Bogotá. No tiene idea de cómo llegó a ese lugar. Mete su mano en la bolsa derecha, se encuentra con un dólar. En tres días regresará su amigo, en cinco tendrá su maleta, ¿y mientras? Pone ambas manos en su rostro, destrozado, sin poder pensar con claridad, el estrés se apodera de su cuello y lo masajea con la mano izquierda de forma brusca. Llora de impotencia.

Mientras solloza, un hombre harapiento se sienta a su lado. Le da una calada a una colilla de cigarro que encontró tirada y expulsa el humo con estilo. Luego tose y arroja ese filtro asqueroso. Murmura que no entendía cómo, habiendo placeres adictivos con un sabor tan agradable, el hombre prefería esa cosa nauseabunda. ¿Qué pasa, por qué el derrame de lágrimas?, pregunta el pordiosero a Santiago. No es nada, responde, solamente que estoy varado en esta ciudad desconocida para mí, sin tener a dónde ir. Y, ¿para qué quieres ir a otro lugar? Uno está en todas partes en el mismo lugar, quiero decir, que no importa donde se encuentra alguien, sino que lo único importante es su capacidad de estar en ese lugar. En pocas palabras, lo que importa es el ser, y no el estar. Estoy seguro que tú debes ser fanático yanqui, hablas inglés y te confundes en el to be sin poder decidir si estás o eres. Pues no, mi amigo, sé y punto. Santiago repara en ese hombre extraño. Harapiento, sucio y maloliente, con barba de meses dejándose crecer y hasta con rastas de porquería en ella. Su cabello es largo, oscuro y enredado. ¿Tiene casa?, pregunta Santiago. ¿Volverás a obsesionarte con el estar? Mi casa es donde yo soy. No necesito nada más que lo que yo soy. Te preguntarás qué como, pues en los basureros de los restaurantes uno se encuentra muchos manjares; ¿la ropa?, muchos riquillos no saben las gangas que arrojan por inservibles; ¿cómo me las arreglo para el resto?, a veces hago uno que otro trabajo de jardinería, de albañilería o cosas similares, paseo perros, no a cambio de dinero, sino de libros. Luego cambio esos mismos libros por otros. Me gusta la filosofía, con ella he aprendido a estar preparado para cualquier cosa. Guarda silencio, de un morral andrajoso saca un pequeño libro: Historia breve de la filosofía. Te lo regalo, le dijo, creo que ahora lo necesitas más que yo. Y se va.

Santiago hojea el libro. Viene con pequeñas anotaciones, y borradores de sobrevivencia marcados de acuerdo a las páginas, sobre todo, en las referencias a los quínicos y estoicos. Se pone a leer hasta que se queda dormido. Cuando despierta se pone a caminar. Su estómago ruge. En el callejón de un restaurante encuentra en el basurero un filete a medio comer. Frío, pero rico. Encuentra, además, una botella de vino tinto con aproximadamente un cuarto de líquido. ¡Era la gloria! Toca en el restaurante. ¿Le limpió el callejón? Le dieron autorización, además de un morral para que se llevara lo que quisiera. Guarda varias cosas comestibles en un casi perfecto estado. Cuando termina le extienden dinero. ¿No tendrá un libro? El cocinero se queda estupefacto ante esa petición. Entra al restaurante y al cabo de unos minutos sale el dueño con 10 libros. Escoja el que guste, o los que guste. Toma dos. El viajero y su sombra y El Profeta. Agradecido, se va a tumbar a un árbol a leer. Se vuelve a quedar dormido.

Cuando despierta, es de día y el sol brilla sobre su cuerpo. Nota una figura que se sitúa entre él y el sol. Es su amigo, quien lo mira sorprendido, agradecido por la casualidad de haberlo encontrado ahí. ¡Amigo!, ¿puedo ayudarte?, ¡déjame ayudarte en algo! Por supuesto, responde Santiago, puedes ayudarme a apartarte que me tapas el sol. Su amigo lo mira incrédulo. Cree ver en sus ojos locura, pero lo que Santiago luce es una claridad mental como nunca la había sentido: está pleno y feliz, apartado de todas las necesidades superfluas que creyó haber necesitado un día, libre de por si acasos, y viviendo adaptado a las circunstancias. Una vida animal. Feliz.

Su amigo se retira mientras se dice a sí mismo que se ha vuelto loco. Santiago cierra los ojos, acostado en el pasto, con los brazos tras la cabeza y viendo al abrir los ojos un par de nubes, pues esa, sin duda, parece un conejo.

 

®Mauricio Oliver (Ciudad de México)

martes, 9 de marzo de 2021

''Rosal cuidó de ella'' ® Balthier Gallant


Ramo se enamoró una primavera de Rosa. En febrero se obsequiaron gotas de rocío. Llegó el verano y fueron a la playa. Ramo le fue infiel a Rosa, la dejó por Amapola. Nunca más volvió a ver a Ramo. Se aproximó el otoño. Rosa comenzó a perder color. Buscó su sitio favorito, un día nublado: la banca de la plaza donde vivía su amigo, Rosal. Los pétalos de Rosa fueron cayendo en los días de invierno. Rosal cuidó de ella hasta que el último cayó, hasta desaparecer con él, el amor que nunca le confesó.

® Balthier Gallant (Morelia, Michoacán México)

lunes, 8 de marzo de 2021

''Una breve reseña sobre el Huehuetltatolli'' autor: Sabo de Oporto


 Huehuetlatolli: Testimonios de la antigua palabra, es un libro transcrito en náhuatl con traducción castellana por parte del escritor y traductor Librado Silva Galeana (1942-2014). Fue publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el año de 1991. Incluyeron dentro esta edición un estudio introductorio del filósofo e historiador Miguel León- Portilla (1926-2019), en la que se nos ofrece una pequeña explicación sobre el origen del escrito y los frailes  del siglo XVI que contribuyeron a la recopilación de enseñanzas orales que los indígenas transmitían a sus hijos para su desarrollo moral según los establecimientos culturales en los  mexicas.

Este escrito nos ofrece imágenes de índole indígena que nos ilustran sobre las conversaciones hacia los varones, las mujeres o los futuros matrimonios, con el fin de aludir y nutrir sobre esos testimonios que quedaron plasmados.

Las páginas de este libro nos sumergen en los pensamientos que se transmitían de generación, habiendo en ellas una gran presencia poética, recurrentemente metafórica, puesto que hace referencia a lo honorable o lo vergonzoso con comparaciones. Por ejemplo, un orgullo de hijo guerrero se refiere como un “guerrero águila”, mientras que uno deshonorable sería un "guerrero ocelote". Mientras que a las mujeres de preciosa valía moral se les compara con las piedras preciosas, en especial con el jade, y a las que no obedecen y cumplen con su deber como prometidas o hijas, no pueden ser dignas de ello.

Sin embargo, aunque conserva mucho de los pensamientos culturales de crianza o de matrimonio entre los aztecas, el texto también muestra la fuerte presencia de la evangelización, dejando a un lado las deidades mitológicas de esta cultura, pues hacen referencia en sus conversaciones de forma marcada a la concepción del pecado, la pureza, el valor de la honestidad o  la humildad; así como de figuras de sumo respeto como el Sacerdote, los santos, la virgen María, Dios. O también refieren a la figura malvada del Diablo para asociar los actos indebidos, rebeldes o malvados.    

Pero no por ello esta joya histórica deja de ser valiosa, más bien aumenta su importancia ya que su contenido nos encamina a indagar y entender un poco más sobre la ideología y constructo social que había aún en la mente de los mexicas aún en plena evangelización en el siglo XVI.

Así que, sin duda alguna, es un libro totalmente recomendable a todo aquel que sienta gran interés histórico y literario por esta cultura prehispánica que tuvo gran impacto e importancia en América  desde su nacimiento (1111 d. C.) hasta la Conquista en manos de Hernán Cortés  (1521 d. C.). 

Seudónimo de autor (a): Sabo de Oporto

 

Bibliografía:

Silva Galeana, L., Miguel León Portilla (Estudio introductorio), Huehuetlatolli: Testimonios de la Antigua Palabra (1991), México: FCE, SEP.254 págs.

domingo, 7 de marzo de 2021

''La advertencia del Búho'' ®David Martínez Balsa


 El búho, posado en la rama del árbol, le observa con sus ojos amarillos, en una perenne expresión de alarma. Pero él, mientras ata la soga a otra rama, ha descubierto que, tras confrontar unos segundos esa mirada, deja de antojarse síntoma de perplejidad o de miedo y adquiere matices más intrínsecos. Hay juicio en esos ojos amarillentos, refulgentes en la oscuridad; una advertencia, casi un grito sin voz, pero que lo acompaña día tras día. “Yo sé, yo estuve ahí, yo sí te vi”. El búho lo sigue a todo sitio; sigiloso y paciente, espera los momentos propicios. Entonces se manifiesta: en la ducha, en el aparcamiento, sobre el capó de su auto, al pie de su cama; allí está, corpulento, las alas plegadas, el plumaje blanco con manchas negras, regio en su postura, la perseverancia en sus ojos, el compromiso a no ceder. Él siempre huye, se mueve, lo rodea, pero el búho, silencioso y serio, gira la cabeza; lo busca, empuja el recuerdo a su subconsciente.

“Yo sé, yo estuve ahí, yo sí te vi”; gritan los enormes ojos amarillos, desde la rama más alta del árbol, de la misma en la que hallaron a su esposa. Él ahora termina de apretarse bien la soga alrededor del cuello y da varios jalones al extremo atado en la rama; la madera emite apenas unos murmullos que le corroboran su resistencia. Salta al vacío y sus pies se estiran al tropezarse su cuello con la mordida de la soga. Él intenta alzar las manos, pero ya las fuerzas lo abandonan.

El búho, en la rama superior, espera a que el cuerpo deje de retorcerse. Entonces, despliega sus alas, echa un vistazo a la noche y emprende el vuelo

 

®David Martínez Balsa (Cuba)

sábado, 6 de marzo de 2021

''Insomne'' ®Marcía Batista Ramos


 Las imágenes llegan solas y son ideas. Las palabras agrupadas en frases son la información de las imágenes. Las palabras son quienes permiten comunicar las ideas como realidades sensibles.

Los ruidos de la noche inmiscuyéndose en los sueños impenetrables, pero de gran belleza visual, subvierten la realidad del sueño… Despierto, sé que el sueño era extraño y fascinante, tendía a volar hasta el paroxismo.

No tengo claro, de que se trataba el sueño. Dentro de mi existe un reloj que me despierta, invariablemente, a las 3 horas de la mañana. Interrumpe mi sueño y hace con que yo perciba los ruidos de la madrugada y trate de comprender mi ritmo circadiano, una y otra vez.

No puedo conciliar el sueño, escucho permanentemente, un bajo zumbido irregular. Es la noche que susurra algo a las estrellas.

Pienso en el agua corriendo sobre el vidrio de la ventana, porque llueve a fuera. Podría correr el agua y escurrir sobre el vidrio porque la tubería se perforó. No todo lo aparentemente evidente, es lo que parece. También corre agua sobre el vidrio cuando, sin noción del medioambiente, se chisguetea agua con una manguera al vidrio…

Los ritmos circadianos, tienen que ver con el claro oscuro, ya que son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario, y que responden, principalmente, a la luz y a la oscuridad en el ambiente de un organismo.

Es inusual pensar sobre las situaciones, sin expresar un juicio de valor con la fuerza que siempre lo hacemos al primer atisbo de un hecho. Porque el sistema epistémico - político vigente, quiere que pensemos así. Entonces, estamos formados, educados, adiestrados, adoctrinados, entrenados, para pensar así.

Pero son las 3 horas de la mañana, el sueño era lindo y no logro dormir para seguir soñado.

Dormir por la noche y estar despierto durante el día es un ejemplo de un ritmo circadiano relacionado con la luz y no me sirve de nada saberlo, quiero dormir y no puedo.

Pienso en dos nombres que están pululando en mi horizonte y digo:

           ¡Madre!

    ¡Patria!

Existen muchas tesis para repensar nuestro sistema-mundo.

Pienso en el colonialismo:

                      invasión

división.

 Imposición de las categorías binarias:

 sexo/género  

                        origen - étnica/social

inteligibilidad - gobernabilidad.

Casi, todos los seres vivos tienen ritmo circadiano, incluidos los animales, las plantas y muchos microbios diminutos. El estudio del ritmo circadiano tiene un nombre…

El dormitorio está lleno de palabras, quiero saber el nombre del estudio del ritmo circadiano y busco a tientas en la oscuridad. Son muchas palabras vertidas en el piso, desparramadas sobre la cama, debajo de la almohada, tiradas en la pared…

Empiezo a descubrir palabras que permanecen en la memoria de manera sonora y repetitiva. Otras, sé muy bien que se mueven libremente por las páginas de los libros, sin embargo, están arrinconadas en el dormitorio esperando que las recoja, en un gesto de amabilidad o por lo menos de delicadeza.

Recojo palabras con la intención de descubrir el nombre del estudio del ritmo circadiano y sin querer formo frases… salta la pregunta:

- ¿A qué lugar tienes necesidad de volver?

 - Al regazo materno, - dicen las palabras en la mano. Coincidentemente, jamás, logré deshacer la criatura que habita dentro de mí, deshacer la condición de criatura, invirtiendo el proceso de creación es fundamental para ser.

Descubro, por ejemplo, que la vida está yuxtapuesta a otras vidas y, que hay vidas que jamás experimentan el roció… Otras, con tanto aplomo son largas y llenas de circunstancias para enorgullecerse de sí mismas, empero, en un momento, descubren que todo lo que la hicieron diferente a las demás vidas, no era mejor a nada y sienten un vacío después de todo lo experimentado, como si todo estuviera por conocerse y lo que experimentaron, que parecía tanto, representaba como si tuviera una hora de vida, apenas.

Como si fuera un vigía, camino despacio, con cuidado recojo las palabras y miro mi mano y veo:

Pan \justicia \paz. Son palabras que se unen y no hace falta nada más. Las guardo en el cajón del velador y sigo buscando…

Sigo insomne, cansada, tratando de encontrar la palabra exacta, en medio del desorden de palabras que habita el dormitorio, a las 3 horas de la madrugada.

Casi debajo de la cama, no sé el porqué, encuentro nombres: Virginia Woolf, Píndaro, Mónica Vitti, Tolstói, Anne Carson, Elizabeth Bishop, Antonioni y Samuel Beckett. Estaban juntos, poco más o menos organizados, para que con una sola mano los recoja de una sola vez… No comprendí tanta subjetividad y el modo como otorgamos sentido a nuestra experiencia material e intersubjetiva.

Las imágenes, transformadas en palabras siempre ocupan un lugar preeminente en el hacer y la imaginación de todos, porque son la base del pensamiento y de la escritura. Pero, esparcidas en mi dormitorio, a las 3 horas de la madrugada, me hacen sentir frío, sueño y cansancio…

Quiero regresar al sueño. Quiero dormir. Pero, aún hay tantas palabras, hasta algunas flotando, luminosamente, en el aire. Las cacé como quien persigue mariposas en la pradera…

Acopié: misticismo como una manera de trascender los límites de la filosofía. Realmente fue fulminante entender que son las imágenes que motivan la irrupción de la escritura. Nunca, los conceptos. Herejía...

La vertiginosa danza de ideas y formatos se prolonga. Descubro que no es cuestión de tomarse en serio, es una inclinación por establecer conexiones insólitas entre el mundo y las palabras, enlazarlas y leer lo que resulta, mientras estoy insomne. O en otro caso, establecer una ecuación entre el conocimiento, el deseo y la ira.

No quiero ser trágica, pero, me resulta difícil ser convencional y en la madrugada insomne la perspectiva emocional cambia, confiriéndole a la vida un sentido de soledad y finitud, mayor de lo que normalmente percibimos o tenemos conciencia.

Convertida en una buscadora de palabras, pese a las dificultades que plantean el cansancio por la vigilia y el proceso de desvelamiento de los albornoces del lenguaje, que consiste en traducir de mi lengua materna, al idioma que escribo. Llego al fin de mis exploraciones, rendida por el agotamiento, imposibilitada de alcanzar lo que anhelaba, continuar soñando. Por fin duermo, mientras, seguramente, las palabras regadas por la habitación retornan a su estado de transparencia habitual.

...

Los ruidos de la mañana invadieron mi mente, recordándome que hay que despertar para seguir la vida que no se extinguió en la madrugada.

...

(El estudio de los ritmos circadianos se llama cronobiología.)

 

® Marcía Batista Ramos (Brasil)

viernes, 5 de marzo de 2021

''S O L E D A D'' ®Raquel Pietrobelli


Soledad es la daga fina
cincelada en los zafiros del tiempo.
Es  letanía triste de campanas mudas
que  ya no saben repicar,
es aleteo de abrazos vacíos,
es un beso tirado al viento.
Soledad es el vino amargo
no compartido
en una boca infecunda,
es otear el horizonte
viendo nubes que no serán nunca lluvia,
es de la emoción el rasguido
que muere antes de ser nota.
Es un poema truncado
sin rimas ni finales,
es como el árbol sin flores
sin futuro de racimos
y sin provecho de sombras.
Es la penumbría opaca
que cala hasta los huesos,
cuando el recuerdo se esfuma
cada día, ceniciento.
Soledad es el negro cuervo
que acecha vil guardián
para socavar ilusiones,
canción devenida en réquiem,
es un pájaro herido
con las  historias muy hondas.
Es la foto color sepia,
es una flor marchita,
es lágrima caliente
en una copa vacía.
Soledad es el vaivén del tiempo
durmiendo en unos ojos  muertos,
es añoranza de un vientre
en una cuna dolorosamente fría.


®Raquel Pietrobelli (Argentina, Resistencia Chaco)

jueves, 4 de marzo de 2021

''Incondicional'' ®Lázaro Mayorga


 Lorenzo sale casi corriendo de la difusora donde trabaja como locutor, y se dirige a su coche. Cuando introducía la llave para abrir la puerta, una figura femenina se le acercó y una voz, un poco tímida se escuchó a su espalda.

-¡Ho, hola amor! - Él se voltea un poco impaciente pues tiene prisa en marcharse.

La muchacha se le acerca y le da un ligero beso en la comisura de los labios.

--Ha, eres tú...Raquel...

--Veo que no me has olvidado del todo. - Lorenzo sin disimular, mira impaciente su reloj mientras le contesta.

--Tú fuiste la que se desapareció de mi vida hace... ¿cuánto tiempo?

--Un poco más de un año, pero veo que tienes prisa. ¿Me podrías regalar unos minutos? ...Tengo algo que contarte. - El miró una vez más su reloj. Se le hacía tarde para esa cita que tenía con una guapa chica. Miró a Raquel para disculparse, pero había tanta súplica en su mirada que terminó aceptando.

Se dirigieron en su auto a una Placita cercana y lo estacionó bajo la sombra de un árbol. Aún no terminaba de apagarlo cuando su acompañante se le abalanzó abrazándolo y besándolo con desesperación. Tomado por sorpresa, Lorenzo titubeó unos segundos, pero al sentir esas ardientes caricias, correspondió de igual manera.

Hace tiempo, Raquel fue su novia, bueno en realidad nunca hablaron de noviazgo. Cuando él iniciaba sus prácticas como locutor, ella fue su fiel radio escucha desde el principio. Le hablaba con frecuencia por teléfono para solicitarle alguna melodía o para charlar un rato.

Un domingo lo esperó a la salida de la estación de radio para conocerse en persona. La química entre ambos fue instantánea, y una hora después ya estaban uno en los brazos del otro. De ahí en adelante esa fue la regla no escrita ni dicha.

Los domingos por la tarde ella lo esperaba, y luego, juntos se iban a donde pudieran estar a solas. Ella no cuestionaba ni exigía nada, simplemente se entregaba en cuerpo y alma, y al anochecer tomaban rumbos distintos.

Esta situación duró como medio año, De repente la chica desapareció de su vida. Dejó de ir a su cita de cada domingo y de hablarle por teléfono, y por más que Lorenzo quiso buscarla, no supo ni por donde, porque ella nunca dio muchos detalles de su vida.

Y el día de hoy, después de tanto tiempo regresa y está aquí, acariciándolo como en aquel tiempo. La joven hace una pausa y le susurra al oído.

--¡Mi amor, vemos a donde podamos estar a solas! - Olvidando por completo su otra cita, él no se hace del rogar y enciende su auto para ir en busca de algún nido de amor.

Unas horas más tarde, el joven para su coche frente a la casa que le ha indicado Raquel, donde vive una tía de ella.

Lorenzo mira como la chica se ha quedado sentada dentro del auto muy pensativa y sobándose continuamente el estómago.

----¿Te sucede algo mi vida? - La muchacha, mirando siempre hacia adelante, a la nada, contesta en un susurro.

----Estoy segura de que ahora si se me va a lograr.

----No, no te entiendo... ¿Lograr que? - Raquel se voltea hacia él, y mirándolo a los ojos le dice.

----Hace meses quedé embarazada de ti.

----¡Que! ¿Como? ¿Porque no me dijiste nada? Yo...-Sin dejarlo terminar ella lo interrumpe.

----¿Avisar? ¿Para qué? Se de tus pensamientos de que no quieres esa clase de compromisos por ahora, porque vas empezando tu carrera como locutor. ¡Por eso nunca te exigí nada! - Casi sin respirar, ella siguió hablando, de prisa.

----Quizás no me lo creas, pero para mí eres el amor de mi vida.

Tal vez tampoco te diste cuenta de que antes de ti solo me había entregado solo una vez, y fue a mi novio que vivía cerca del rancho de donde soy originaria. ¡El muy canalla! Solo esperó a hacerme suya y salió huyendo a Houston, dizque a trabajar y ya no regresó.

Cuando te conocí, aún no me explico cómo me entregué a ti desde la primera cita, como si fuéramos amantes desde siempre. - Guardó silencio unos segundos, pero como él solo la miraba sin decir nada, continuó.

----Cuando quedé embarazada me retiré al rancho de mi familia, y mi padre al darse cuenta de mi estado casi me mata, pero gracias a mi madre que por primera vez lo enfrentó, se logró respetar mi decisión de ser madre soltera.

Por desgracia el niño se me vino y estuve muy grave. ¡Era varoncito Lorenzo, tu hijo era niño! - Unas lágrimas rodaron por su rostro moreno. El joven, conmovido la atrajo hacia su pecho y le daba pequeños besos en la cabeza.

Ella se mantuvo unos minutos así, acurrucada en sus brazos. después se fue zafando despacio y se secaba las lágrimas.

----He esperado el tiempo suficiente para estar bien, y por eso, en estos días en que ando ovulando regresé a que me amaras de nuevo, porque así lo deseo. ¡Quiero tener un hijo tuyo! - Lorenzo abrió la boca para protestar, decir algo, pero la chica le pone dos dedos sobre los labios y le dice.

----¡Déjame terminar! Por favor. Hoy mismo me regreso al rancho, ¡y por favor no me busques! ya que nadie te va dar razón de mí. Tu sigue con tu vida y tus planes. Se muy bien que vas a triunfar como locutor y en todo lo que te propongas, porque tienes carisma y talento.

Por nuestro hijo no te preocupes, te prometo hacer de él un hombre de bien, y estoy muy segura de que será guapo e inteligente como tú. - Y sin darle tiempo a más nada, le da un ligero beso en los labios, se baja del auto y más que caminar, corre hacia la casa.

Lorenzo saca medio cuerpo del coche, y le grita desesperado.

---¡Raquel, Raquel... Óyeme Raquel! - La joven sin voltear, se introduce rápido, cerrando la puerta a su espalda.

El joven, frustrado, se mete de nuevo al automóvil, y después de darle varios golpes al panel, lo enciende y se aleja de aquel lugar derrapando llanta, mientras unas lágrimas resbalan por su rostro.

 

®Lázaro Mayorga (H. Matamoros, Tamps. México)