martes, 25 de julio de 2023

''Cosas de mi amá'' ® Edgar Garay


Despertó mamá, le pedí bajar la pelota del árbol en el patio del vecino. Mamá puso los pies en el asiento del gran columpio y bajó la pelota, me preguntó que, si la quería y la lanzó muy alto, se quedó en el techo de la casa; que mala es mi mamá para arrojarla.

 

® Edgar Garay (H. Matamoros, Tamps. México)

domingo, 2 de julio de 2023

''De camino a casa'' ®Edgar Adán Arroyo


Doy vuelta en el pasillo de los dulces, a mi hijo le encantan los huevos de chocolate, o eso dice al menos. La verdad es que casi siempre soy yo quién termina comiéndose el chocolate. Apenas si le da un mordisco, deja el dulce botado y corre deslumbrado con la capsula que encierra el juguete. Este huevito trae dentro un dinosaurio minúsculo. Seguro lo perderá en un par de días y en una semana ni se acordará de él, pero yo recuerdo cada una de las sonrisas que me regala cuando recibe el huevito entre sus manos tiernas y sus ojos se llenan de entusiasmo. Camino hacia las cajas para pagar, con el dulce en una mano y en la otra el galón de leche que encargo mi esposa.

Espero que los regalos amortigüen un poco mis ausencias. Tantas horas extras en el trabajo para llevar comida a la mesa. Me perdí sus primeros pasos, sus primeras palabras. Su mamá es quién le ayuda con las tareas, yo apenas si juego un poco con él los fines de semana. Hoy he salido temprano, debería jugar con él a la pelota o con sus dinosaurios. Me encanta escucharlo tratar de pronunciar sus nombres, yo tampoco puedo, ni siquiera los conozco, pero nos gusta inventarlos. No puedo esperar el momento de abrir la puerta de la casa y que corra a mí, llamándome con esa vocecita llena de inocencia y cariño. No le importa el sudor en mi cuerpo o mi mal olor, corre y abraza mis piernas. Lo levanto entre mis brazos y le doy un beso a su madre.

No hay nadie atendiendo en el supermercado, las cajas están desiertas. Primero veo el cuerpo junto a la puerta y lo segundo es la sangre sobre las bolsas de plástico junto a la caja, los pies de la empleada, su mano sobre la herida en su pecho, la boca semi abierta y los ojos sin vida admirando el vacío. Escucho el estruendo de los disparos y los gritos distantes. Corro hacia la puerta y veo el cuerpo que yace en el suelo, reconozco el chaleco azul y los jeans desgastados del hombre frente a mí. Observo como la leche derramada se extiende entre las líneas rojas más espesas que se abren paso entre su blancura. En su mano inerte todavía sostiene el huevito de chocolate. Tocó mi cuello y mis dedos se humedecen con la sangre. Empiezo a recordar.

Un minuto hubiera bastado para hacer la diferencia, un minuto antes y habría podido subir a mi auto, estaría en camino a casa cuando comenzaran los disparos. Fui el primero en verlo, el primero en caer. El tipo traía chaleco antibalas y dos armas largas. Usaba lentes oscuros pero no cubría su rostro. ¿Cuáles fueron sus palabras? Maldecía, dijo algo racista, me parece.

Intento salir, pero algo me impide cruzar la puerta. ¿Cuánto tiempo llevo atrapado aquí? Deambulo por los pasillos, de nuevo el lugar me parece desierto. No sé cuántos morimos esa tarde, pero sé que no fui el único, había madres con sus niños cuando entré. La cajera saludaba cordial a todos los que entraban, el joven de la limpieza arrastraba el carrito del trapeador y alguien compraba unos cigarrillos. No les he visto, parece que estoy sólo. Muchas veces les he llamado y nadie contesta. Me quedo quieto, si me concentro, creo escuchar los murmullos de los vivos. Ahí están, por ahí he visto pasar a uno, estoy seguro.

No pierdo la esperanza de un día verlos cruzar la puerta, aunque ellos no puedan notar mi presencia, necesito saber que están bien. Quiero observar sus ojos una vez más. Es poco probable, no era una tienda que frecuentáramos, pero me quedaba cerca del trabajo. Además, porqué habrían de querer entrar al lugar donde perdieron a su marido o a su padre. ¿Cuánto tiempo ha pasado, cuánto tiempo más estaré aquí? ¿Qué pasará conmigo cuando derrumben el lugar, será que aún existe?

Vago por los pasillos, cruzo el área de las verduras. Me acerco a las neveras, mi esposa me ha pedido que lleve un galón de leche. Doy vuelta en el pasillo de los dulces, a mi hijo le encantan los huevos de chocolate…

 

®Edgar Adán Arroyo (H. Matamoros, Tamps. México)