sábado, 5 de septiembre de 2020

La Bajadita


 Usualmente, en el camino de vuelta a casa, el transporte universitario recorría el pueblo, pero las trayectorias cambian al igual que las personas, al menos que compartas valores morales, estos generalmente tienen una disputa contra lo nuevo, estructuras fijas, resistencia al cambio, que llaman cambio pero que no es más que indiferencia, algo de apego y detrás de todo un rechazo hacia el egoísmo, hecho ver como egoísmo sano que para mí no es más que falta de consciencia, en la cual prefiero no participar, ni siquiera denunciar. Hoy día la ruta universitaria no atraviesa el pueblo, va directamente hacía la autopista, es más rápido, pero yo no voy, es que me lleva, solo eso, y hoy pude percatarme de ello. 

La bajadita'' la llaman, un pequeño tramo de calle ubicado unos 100 metros antes de la entrada a la autopista. Es una pendiente bastante inclinada, y al pasar por allí siento esa sensación de montaña rusa, de atracción mecánica primer mundista; nadie hace mención de la bajadita pero la conocen, los he visto reconocerla cuando el conductor (Cualquiera que sea) cercano a la pendiente acelera agresivamente (Vaya a saber por qué) justo antes de empezar el descenso logro observar el rostro de algunos estudiantes inquietos, moviendo sus rostros, intentando sujetarse del asiento, mirando para otros lados que no sea el frente, tratando de evitar lo inevitable, algunos otros aparentan normalidad como yo, que siempre pienso ''aquí viene'' momento en el cual pareciera haber una complicidad entre todos, complicidad inconsciente. No se llama bajadita porque alguien la haya llamado así, sino porque todos la llaman así, Sin decisión, sin opinión, solo sucedió (Como el inconsciente colectivo) como esas desventajas de las que está hecha mi vida. Ese descenso me afecta, a lo mejor porque yo no soy el conductor, y porque no estoy yendo, me está llevando. ¿Cuántos de esos estudiantes también están siendo llevados?

También hay bajadita cuando transito lugares que se hacen incomodos porque las miradas reciprocas con la persona que la relación no funcionó se cruzan entre sí, incapaz de decir lo que debí y debo decir nos quedamos suponiendo y pensando cosas que jamás nos sucederán o a veces ideas negativas, la bajada de la bajadita, es fuerte.

Una vez leí que para poder superar tu temor debes convertirte en él, al día siguiente al pasar por la bajadita comprendí que para no ser afectado por esa fuerza inevitable tenía que contrarrestarla uniéndome porque negándome solo hacía que la bajadita se convirtiera en bajadota o en súper bajadita, entonces yo tenía que querer lanzarme y lo hice, créeme que la bajadita no me afecto aquella vez. Ahora debo conducir, participar y defender lo que me parece correcto, por supuesto aun no renuncio a ese viejo yo, esa otra bajadita donde esta ella, la sumatoria de las circunstancias y la inacción mía que jamás enfrentaba.

  Desconozco su pelea, la de ella, la bajadita que ella enfrenta a diario. Si tan solo pudiéramos haber sido como sol, brillando todo el tiempo, avanzando en una misma bajadita tomados de la mano y mirando al frente, queriendo lanzarnos en lugar de entretenernos en excusas y suposiciones negativas, como ahora, ahí viene de nuevo, la compañera de al lado ya cerró los ojos y sujetando el borde del asiento...

En ese aferro a los asientos, podían verse las ataduras, podía verse una queja que no reconocían ellos mismos, la bajadita era una pregunta encriptada en situación, una contra parte de las cosas que jamás habían funcionado en sus vidas y que estaban a medio camino atrapadas sin haber arrojado un resultado aun, como las llamadas de una señora desconocida preguntando por otra señora llamada Miriam (Siempre lo hacia), el examen corregido con un 20 al revés que encontré en un pupitre abandonado rondando por la universidad, o aquella mujer con la que compartía dialogo a diario en una página de chat anónimo, que se hacía llamar ''mujer-30'', el desorden del hogar o los amigos que ya no están. Su respuesta a esa pregunta encriptada, la de aquellos estudiantes,  era usualmente ''bien y tú'', lo cual lo decía todo porque nada estaba bien, era hora de lanzarse, de querer lanzarse; y en mi caso, ahora,  un adiós a la parte de mí que murió, la muñeca de porcelana que era yo. 


 
® Adrián Guevara

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