lunes, 31 de agosto de 2020

Súper Héroe


Papá se fue al cielo cuando yo era apenas un bebé, solo lo conozco por fotografías que Mamá tiene guardadas en su cajón de los recuerdos. Ella dice que me parezco mucho a él, que tenemos los mismos ojos café oscuro y que nuestro pelo alborotado es único en el mundo. Recuerdo bien las historias que mi madre solía contarme antes de dormir, solía, porque ahora soy un niño grande, por lo que, para poder dormir, repito en mi mente las historias que no hace mucho me arrullaban. 

Mami y yo éramos un gran equipo, todo lo hacíamos juntos. Si se tenía que pintar la casa, lo hacíamos juntos. Si teníamos que ir por golosinas al súper mercado, lo hacíamos juntos. Si había que bañar a DODO, lo hacíamos juntos. Hacer palomitas, la cena, los Hotcakes de los domingos, los paseos para estirar las piernas, si, lo hacíamos todo juntos. Pero un día todo cambio. Mami conoció a un señor con mala cara, siempre me dio miedo y no me gustaba estar cerca de él. Las veces que venía a casa me sentía obligado a platicarle cosas de la escuela, de mis juguetes y de Dodo. No me agradaba mucho, pero Mami se veía muy feliz a su lado. 

Yo pensaba que solo eran visitas de vez en cuando, porque venía dos o tres veces por semana, después de la cena se iba y todo regresaba a la normalidad. Pasado el tiempo, comenzó a quedarse en casa a dormir con Mami. Al principio Mami seguía contándome historias de mi padre, pero cuando él se quedaba, el cuento lo cambiaba por cosas sin sentido, mas yo seguía contento de que al menos se despidiera con un dulce beso en mi frente. 

Cuando él se mudó por completo, no me puse muy feliz. Mami ya no me contaba historias, solo entraba rápido a darme un beso, aunque con los días ni las buenas noches. Ya no hacíamos las cosas juntos como antes, el desayuno, la comida y la cena ya no eran divertidas, ahora todo era diferente. A mí me tocaba comer solo o con la mirada perdida de mami sosteniendo una taza de café que duraba horas en ser bebida. Ya no íbamos al súper juntos, ya no había Hotcakes los domingos y Dodo pronto estuvo tan sucio que comenzó a dormir en el patio. No entiendo porque ya no bañábamos a Dodo. 

Muchas noches escuche a alguien llorar. Yo no sabía quién era y me tapaba hasta la cabeza pues me daba mucho miedo, se escuchaban como largos lamentos que pronto se callaban cuando la pared retumbaba como cuando los relámpagos caen del cielo. Nunca lo comprendí, pero un día, Mami lloró mucho tiempo abrazándome en la sala, mientras Dodo nos miraba y ella me pedía perdón ¿Perdón de qué? No sé. 

Cuando entré a la escuela de nuevo, volvimos a ser Mami, Dodo y yo. Nuevamente todo lo hacíamos juntos. Ahora solía ir a casa de un amigo a ver caricaturas cuando Mami tenia cosas urgentes que hacer por su trabajo. Yo me divertía mucho viendo televisión con él, sobre todo porque veíamos los POWER RANGER. Era nuestro programa de televisión favorito. Yo era el P.R. AZUL y mi amigo era el ROJO. Nos encantaba imaginarnos esas aventuras que pasaban delante de nosotros y muchas tardes después de verlos en la pantalla, salimos al patio para tener nuestras propias aventuras y así salvar al mundo. 

Mami, Dodo y yo, éramos muy felices. 

Recuerdo que un policía y una señora de gafas fueron por mí a la escuela, me sentaron en un sillón grandote negro y ahí me dijo que Mami no iría mas por mí, que ahora ella estaba en el cielo con Papi y que yo estaría a salvo junto al Señor que durante un tiempo se había quedado en casa. No me dieron muchas explicaciones, solo vi a entrar a ese tipo de mala cara y aspecto raro. Y desde ahí, nunca más tuve una noche tranquila. 

Me sentía como prisionero en mi propia casa. Para no molestar a mi nuevo Padre, había aprendido en poco tiempo a estar en silencio, a comer comida fría, a ver a Dodo por alguna de las ventanas de la casa, a estar calladito cuando entraba en mi cuarto y me tocaba como según decía a mi mami le gustaba, a cerrar los ojos y no gritar cuando sentía que algo metía “allá abajo”, a no respirar cuando se ponía encima de mí y me decía en los oídos que era un juego secreto que hacen los amigos grandes con los amigos chicos. 

Aprendí, a los 6 años, a ser ciego, sordo y mudo. 

Un día Dodo dormía conmigo, lo había metido a escondidas a mi cuarto, cuando él entro y trato de jugar conmigo ese juego de grandes que yo tanto odiaba, Dodo le ladro muy fuerte y se le fue encima para protegerme como lo hacían los PROWER RANGERS en la televisión, pero mi nuevo Padre lo sujeto del cuello tan fuerte que pronto se quedó dormido, recuerdo que al ponerlo en el suelo se acercó a mí, se quitó la ropa y me dijo:

“Justo como lo hice con tu Madre”. 

Paso un año, un eterno y largo año. Un día la Mami de mi mejor amigo fue por mí a casa y me llevo a la suya, ahí comí, bebí, miré televisión y tuve una tarde normal. Mi amigo me dijo que sus Padres querían que yo fuera su nuevo hermanito, pero que la policía tenía una carta de mi Mami donde decía que yo le pertenecía a ese Señor de mala cara. Ambos estuvimos felices de solo pensar en ser hermanos. 

Esa tarde, mi mejor amigo me platicó que vio una película de súper héroes donde con sus poderes detenían a la gente mala y salvaban el mundo. Yo le dije que mi nuevo Padre era malo y que yo quería ser un súper héroe para poder salvarme, claro, también salvar al mundo, pero primero tenía que ser yo. De una caja sacó la máscara del Power Ranger azul, me dijo que la usara cuando fuera a la cama para dormir y me dio un pequeño objeto afilado que había encontrado en casa de sus abuelos. Yo los tomé y los escondí en la mochila con la cargaba mis cuadernos de la escuela. 

Esa noche, cuando sabía que él entraría a mi cuarto para “jugar”, me puse la máscara, oculte bien el objeto afilado y cuando lo vi echarse encima de mí, rápidamente puse la mano sobre mi estómago y cerré los ojos invocando los poderes de todos los POWER RANGER. 

Y ahora estoy aquí, el cuarto blanco no es del todo malo, a veces tengo frio, pero la manta que me trajo mi mejor amigo me ayuda mucho. A veces viene con toda su familia y me traen golosinas. Nunca volví a ver a los P.R. pero no importa, me dejaron conservar la máscara del P.R. azul y la uso todo el tiempo. A veces vienen doctores a verme, pero no se quedan mucho tiempo, como que sienten miedo de mí, lo cual no entiendo si yo soy un súper héroe que protege al mundo de los malos. Pero bueno, al menos Dodo está conmigo, aunque nadie más lo puede ver yo lo veo, lo cual esta genial ya que me dijeron que aquí no podía tener un perro. Quisiera que Mami también estuviera aquí, me siento muy solo, pero sé que Mami está en el cielo y desde el cielo me cuida. 

Ojalá que pronto me dejen salir y me convierta en el nuevo hermanito de mi mejor amigo. No sé cuándo vaya a suceder, la última vez que lo vi, tenía barba y ya era muy alto, muy pero muy alto, según me dijo, ahora veía los POWER RANGER con sus hijos. 

Pero bueno, me despido, tengo que ir a jugar con Dodo antes de que vengan las enfermeras para darme golosinas y dormir durante horas. 

 

(R) Amiie Aguirre (Reynosa, Tamps. México)

0 comentarios:

Publicar un comentario