martes, 4 de agosto de 2020

El funeral del abuelo




Dicen que las funerarias no son un lugar adecuado para los niños y ahora lo entiendo. Qué lugar más tenebroso. Entre la poca luz, los murmullos y el horrible llanto de la tía Estela, bastaban para ponerle los pelos de punta a cualquiera. Menos mal que mis padres prefieren la incineración, sí, eso es mil veces mejor que vivir una escena de terror como ésta.

Si he venido en esta ocasión es sólo porque se trata de mi abuelo, mi bigotón consentido. Tan querido por toda la familia, y cómo no, si es el hombre más bueno, amoroso y gentil que el mundo tuvo la oportunidad de conocer. Eso me hace comprender el dolor de la tía Estela, pero ¡Por Dios! Si se tratara de un casting para el papel de la llorona lo ganaba sin lugar a dudas.

Por lo que veo, algo bueno de los funerales es que reúnen a la familia, o bueno a casi toda, porque aún no alcanzo a ver a todos mis tíos. Quien no podía faltar es la tía Ágata, siempre puntual y en primera fila en todos los eventos y sucesos familiares, para no perderse de ningún detalle pues como de costumbre será la que tenga toda la información de primera mano para contarla a la menor provocación en la siguiente reunión de cartas con sus amigas del club. A su lado el tío Andrés tratando de disimular su impaciencia, revisaba su reloj y su agenda electrónica, pues es un hombre de negocios, fiel al lema “el tiempo es dinero” y estaba claro que su tiempo en un funeral no era una buena inversión. Cómo siempre dijo mi abuelo “Hay cosas que nunca cambiarán” y sin duda ellos seguirán siendo la cara superficial de esta familia.

Por otro lado, también hay miembros muy buenos, que en mi opinión habían heredado las hermosas cualidades del bigotón y la abuela Carlota. Me alegré mucho al ver a mis tías, María, Lucía y Claudia, junto con mis primas, pues sé que al igual que todas las personas que amaron a mi abuelo, hoy lamentan su partida, pero atesorarán para siempre en un lugar muy especial de su corazón todos los momentos vividos junto a él.

A pesar de alegrarme por todas las personas que estaban ese día acompañando al abuelo, sabía cuál era la razón principal por la que había decidido asistir. Miré hacia el fondo de la habitación, ahí estaba el ataúd. Parecía estar en medio de un hermoso mural de flores, que decoraban toda la pared, pues no cabían las coronas y arreglos que habían enviado familiares y amigos. Debo confesar que sólo por un instante me pareció una imagen hermosa en medio de la tristeza y dolor que se respiraba en el ambiente.

Estaba ya muy cerca, el perfume de las flores era cada vez más intenso, lo que me trajo muchos recuerdos de los momentos tan divertidos que pasamos juntos en el jardín de su casa. Cuantas tardes regando los rosales de la abuela y ayudándole a cortar las naranjas que ya estaban buenas para comerlas con nuestro chile en polvo preferido. No podía evitar sonreír recordando esas y muchas más anécdotas.

-Linda señorita, ¿es usted?

Esa voz, esas palabras, ¡Era Él! De inmediato giré hacia mi derecha y lo vi. Estaba recargado cómodamente sobre una de las tantas coronas de flores que llenaban el fondo de esa habitación.

-¡Abuelo! ¡Bigotón consentido! –grité mientras me abalanzaba hacia él.

-¡Mi niña hermosa!

-Tal vez está de más que lo pregunte, pero ¿te das cuenta que tan querido eres? Mira cuantas flores y todas las personas que están aquí por ti.

-Lo sé y eso me hace sentir que algo hice bien durante el tiempo que me fue dado.

-Hiciste todo bien –le dije guiñándole un ojo.

-Mi Anita querida, cuantas cosas nos hicieron falta vivir juntos.

-No te preocupes por eso abuelito, ahora entenderás que cada persona tiene un tiempo y un propósito –le dije acariciando su mejilla.

Volteamos a ver a todas las personas dentro de la habitación, podía ver en su mirada sentimientos de nostalgia y tristeza. Lo tomé de la mano y le di un fuerte apretón. Sonrió tiernamente como era su costumbre.

-Hora de irnos. Te va a encantar el nuevo jardín de la abuela.

 

® Silvia Montelongo (Tamps, México)

0 comentarios:

Publicar un comentario