domingo, 23 de agosto de 2020

La fuga


Y de repente una explosión.

El polvorín que se había levantado dejo invisibles las vallas de la cárcel. La puntería sagaz de los custodios en las atalayas inhabilitó cualquier intento de huida. Salvo a un hombre de mediana edad de nombre Joe Contreras, que logró hacerse de una troca de los guardias con la que traspasó las rejas.

Joe se alegraba de su suerte. No iba a tardar mucho para que fuera trasladado a una penitenciaria de máxima seguridad. Dejó un enorme charco de sangre en la pequeña ciudad de Brownsville. El Sheriff sabía que tenía que alcanzarlo antes que cruzara para México, por lo que tomó un helicóptero y su viejo fusil.

El Sheriff Smith le comió kilómetros en cuestión de segundos, pero se vio frenado en seco al atisbar el cuerpo de agua que funcionaba como división entre los dos países.

Al bajar Joe y encontrarse con autoridades del lado mexicano, saco su desusado español:

—Soy meksicano cabrones!!!

Le llovieron flechas, balas, piedras y crucifijos.

 

® Ángel Soto (H. Matamoros, Tamps. México)

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