miércoles, 26 de agosto de 2020

Lola


Me despertó tu alarma, siempre la odio, pero que más puedo hacer para que te quedes unos minutos u horas conmigo. Me acosté del lado contrario a ti, me agradas, pero no te quería tener tan cerca de mí. El pequeño rayo de luz te daba en la cara, aun así, no te levantaste, no me dejas dormir y la alarma vuelve a sonar. Mientras tanto yo solo te observo, tu respiración apenas la percibo, el movimiento de tu pecho enlentecido. Vuelve a escucharse la alarma, sigo despierta, veo que ya te comienzas a levantar, te incorporas y te me quedas viendo, siento tu mirada. Me pone de nervios que me veas, así que decido cerrar mis ojos, finjo estar dormida. Me acaricias mi cabeza como siempre lo has hecho, me desperezo un poco y te regreso la mirada. Siempre te tienes que ir. Me quedo sola todo el día. La cuota de una caricia no basta para la soledad.

Bajo junto a ti a la cocinabas después de que estas listo para el trabajo, veo que ya es inevitable, no te pudiste quedar otra vez conmigo, aunque no me hables, te entiendo. Desde la escalera donde ya los rayos del sol discurren como pequeños dedos intentando tocarla, te estoy esperando, me quedo parada en el penúltimo peldaño, te sigo con la mirada, conozco tu forma de andar, ya vas tarde de nuevo. Si tan solo dejaras de ser perezoso.  Conozco tu forma tan desordenada de guardar tus cosas, es porque ya vas tarde de nuevo. Si tan solo dejaras tus cosas listas. Quizás pasarías quince minutos conmigo, y quizás, te extrañaría un poco menos. Te despides de mí, y caminas rápido hacia la puerta. Corro tras de ti, pero ya cerraste la puerta. Ya solo escucho el motor del auto encendido, sé que no regresaras, quizás a la hora de la comida. Quizás en la noche. De cualquier forma, te esperare.

Paseo un tiempo en el jardín, solo para que las horas se hagan cortas, las mariposas revoloteando entre las flores, de mis distracciones favoritas. Siempre vienen acompañadas y vuelan juntas, me preguntare si en algún lugar las están esperando como yo te espero. Encuentro mi lugar favorito del jardín, bajo aquel árbol frondoso de gran sombra donde el sol jamás se posa. Ahí no hay ruido ni nadie que me cause disturbios. Detesto a las personas que no sean tú, nunca se saben sus intenciones. Escuche que hay gente buena y mala, siempre es difícil distinguirlos detrás de sus grandes disfraces, a veces te tratan muy bien otras tantas te gritan improperios. Pero eso nunca pasa contigo, tu siempre me has tratado muy bien. Te lo agradezco.

Ya es la hora de la comida, no tengo el tiempo atada a mí, pero lo puedo presentir. Sigo fuera de la casa, no me gusta estar dentro, la soledad es muy grande ahí. Algunas veces estar solo es bueno, pero hoy quería que te quedaras. Siempre me pasa eso cuando estas conmigo en tu descanso, desde la mañana hasta la noche. La espera se hizo eterna, hoy no llegaste. Quizás ya en la noche.

Ya no me gusta estar en el jardín, comienza a haber tumulto en la calle, carros, personas, perros, pájaros y demás. Como muy poco hasta que llegas. Así que no quise comer con los demás. Fui al cuarto mas alejada de la casa, y ahí me quedé acurrucada con el silencio. Me mantuve dócil a la tranquilidad. Siempre ha sido mi acompañante. Veo por la ventana del cuarto que las pequeñas luciérnagas llegan en orden a brillar en lo negro del cielo. Ya casi llegas.

Espere fuera de la casa, en medio de los sonidos de las chicharras, esperando que el sonido de tu llegada las opaque. Hasta que al fin estacionas el auto, y te veo del lado del conductor. Me da pavor subir cuando manejas, si manejaras mas tranquilo otra cosa seria. Corro de prisa, atravieso la reja y quedo parada junto a un árbol, hasta que ya bajas de la camioneta.

Te conozco, estas cansado, tu cara se ve desvelada; pero si dejaras de desvelarte trabajando estarías más tiempo conmigo y descansarías. Tus movimientos son lentos, te cuelgas tu mochila, aun no me vas visto así que te llamo.

Miau—Mientras mis ojos guiñan lentamente al ver tus ojos.

Hola lola –me dices mientras te agachas y me acaricias mi cabeza. Me abrazas y me llevas contigo. Entonces comienzo a ronronear.

Vas tarde de nuevo cambiar por otra frase es repetitivo.

Puerta se repetitva. Segundo párrafo

Desvelarse es repetitivo.

 

® Irving Mora Álvarez (H. Matamoros, Tamps. México)

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