jueves, 30 de julio de 2020

Los tenis rojos


Don Toño frena de un golpe su triciclo, y con la agilidad de sus cincuenta y seis años, se baja y corre hacia aquel aparador del local que se encuentra por fuera de un gran centro comercial.

Apenas llega, y pega su ansioso rostro sobre el enorme aparador para admirar eso, que lo tiene cautivado desde hace varios días. ¡Un bonito par de tenis color rojo con blanco!. Después de admirarlos un buen rato, su cara se ensombrece una vez más, al bajar su vista hacia la etiqueta del precio. ¡Demasiado caro para su presupuesto!. Y es que son de marca, son Nike. Cabizbajo, se regresa a su vehículo. Es un triciclo color amarillo al que le ha adaptado un carrito de paletas, y bajo el techo de lona, que también adapto para cubrirse del sol y la lluvia, cuelgan pequeñas bolsas de plástico con diferentes frituras y dulces.

Él es un hombre bajito de un metro con sesenta de estura, delgado, moreno, con canas prematuras en bigote y cabello.

Al momento de empezar a pedalear su triciclo, observa con enorme tristeza sus desgastados huaraches y automáticamente su vista de posa de nuevo en aquel aparador donde solo un par de calzado resalta sobre los demás. ¡Sus amados tenis rojos! Y como si con solo verlos lo llenaran de energía, pedalea con fuerza rumbo al centro histórico de la ciudad, para continuar con su rutina diaria de trabajo.

Don Toño es un hombre viudo, su amada esposa se le había adelantado tres años atrás, y sus hijos vivían con sus respectivas familias, y solo lo visitaban de vez en cuando.

Al día siguiente ya estaba de nuevo frente aquel aparador. Le parecía que sus tenis rojos estaban más hermosos que nunca. Después de admirarlos un buen rato, llego a una conclusión. ¡Tenía que comprárselos!. Su mirada bajo hasta donde estaba el precio, pera esta vez no se amedrento. Ahorraría. Si eso era una buena idea. Durante su recorrido diario por las calles de la ciudad tenía que alimentarse, y compraba unos taquitos por aquí, una torta por allá, que si el refresco, que si las botanas… ¡Pues bien!. Reduciría su consumo diario y de allí ahorraría unos buenos pesos. Además, por las tardes tenía la costumbre de comprarse dos caguamas diarias, para disfrutarlas mientras descansaba viendo televisión. De ahora en adelante seria solo una, así tendría unos pesitos más para sus tenia rojos.

El tiempo pasa, demasiado lento, o muy rápido. Dependiendo de la óptica de cada quien, pero pasa.

Y el día que don Toño tanto anhelaba  por fin llego. Freno de golpe de triciclo- como era sus costumbre- bajo de un salto, y más que caminar corre hacia la tienda de zapatos. Solo se detuvo momentáneamente para ver de reojo si sus tenis seguían allí, para después entrar decidido.

 En ese día tan especial para él se había puesto su pantalón de mezclilla favorito, y esa camisa azul que su esposa le regalo en un cumpleaños, y que solo usaba en días de fiesta. Cuando la dependiente se le acerco con la caja de zapatos, casi se los arrebato de las manos. Al tenerlos en sus manos disfruto de su textura, los acaricio y aspiro el clásico olor de calzado nuevo. Después, con toda lentitud, para disfrutarlos mejor se los calzo.

Con los tenis rojos puestos, le dio una vuelta al interior de la tienda, como un torero a la plaza, después de una tarde triunfal.

La voz una tanto impaciente de la empleada lo saco su ensoñación. Le pregunto ¿Qué si se los iba a llevar puestos? Y le contesto ¡Que, por supuesto que sí!.

Al salir de la tienda, no lo pudo evitar y dio un pequeño salto, asiendo chocar los tenis entre sí.

Al montar en su triciclo nunca lo había hecho tan ligero como esta vez.

Al llegar a la avenida de cuatro carriles con camellón en medio, y al ver que no venían vehículos le siguió hasta en centro de la calle donde freno momentáneamente y apoyo su pie derecho en el borde del camellón.

Para él solo fue un momento de distracción. Para las estadísticas una víctima más. Bajo la vista hacia sus tenis para admirarlos una vez más, e inconscientemente empezó a pedalear.

Varios vendedores ambulantes le gritaban y le hacían señas acerca de una camioneta que venía a toda velocidad. El conductor, al verlo trato de frenar pisando con desesperación el pedal de los frenos, ¡pero era demasiado tarde!.

Ante el impacto, don Toño salió volando por el aire, cayendo muerto varios metros adelante, aun lado de la avenida. ¿Y los tenis?. Los tenis rojos también volaron junto con él, y terminaron por un lado de su cuerpo inerte.

 

 

® Lázaro Mayorga (H. Matamoros, Tamps. México)

0 comentarios:

Publicar un comentario