''On Line (Off Line)'' ®Samantha Ewart
Hace días que no escucho a nadie más en casa, sin embargo; sé que están aquí, no entre estas cuatro paredes, sino aquí, justo en el mismo lugar en el que me encuentro ahora; en el que he estado desde que no soporté mirar más por la ventana. Sé que una parte de ellos convive con una parte de mí dentro de esta nueva realidad, siento que todos aquellos que conozco lo hacen también. Después de todo, estamos dentro de un organismo complejo qué, al parecer, tiene más vida propia de la que parecía tener antes de absorbernos a todos; somos como pequeñas células moviéndonos entre sus infinitas capas de información, nos hemos vuelto dígitos… igual que en las películas, unos y ceros. Hoy es más fácil entenderlo.
Pero; ¿Cómo llegamos a esto? Tal vez deba ser extremadamente breve, pero debes saberlo (por si no lo sabes todavía).
Todo comenzó con una enfermedad, ni siquiera fue aquí, fue en el oriente y nadie creyó que llegaría tan lejos, no obstante, lo hizo. En todos lados había enfermos, y esos enfermos contagiaban a los que no lo estaban, algunos morían, otros no, pero quedaban con la cicatriz moral de haber formado parte de la estadística; los estigmas sociales llegan a pesar más que las secuelas físicas. Con el tiempo los gobiernos decidieron que no era buena idea salir de casa, los lugares con riesgo de aglomeración cerraron sus puertas, nadie pudo decir que no, o nadie quiso hacerlo; a nadie le caía mal un mes de descanso… eso era, sólo un mes. Bueno, medio año se nos ha ido de las manos, pero el mes nunca terminó, a estas alturas nunca lo hará.
Mamá no creía, no al principio, pero eso le pasó a la mayoría, un amigo me dijo que todos manejaríamos esto de diferente manera y era verdad; aquellos escépticos son los que más se cuidan actualmente, o eso escuché la última vez que una voz humana llegó a mis oídos.
Siempre fui de las que se cierran a las relaciones exteriores, podría decir que yo vivo así desde hace años y algunos podrían creer que eso debería hacer más fácil la situación que vivimos, pero no, no es para nada fácil. Una cosa es elegir ese camino en el que te cierras a todas las posibilidades externas, sentarte frente al monitor la mayor parte del día y lo que resta ocuparlo para comer y dormir… pero era eso, se trataba de una elección, y esa elección sólo me incluía a mí. Sin embargo, es completamente distinto orillarse a vivir esto por una elección general, mamá y los demás nunca fueron así, eran felices viviendo a su manera, así como lo eran mis pocos amigos y demás personas que conocía. De repente un día… todos se sentaron enfrente de un monitor, todos pusieron seguro a sus puertas y fueron consumiéndose lentamente por el miedo a no saber qué hacer; la verdad es que realmente no había cosa que se pudiera hacer, no existían más opciones que seguir las indicaciones que se dieron a nivel global. Alguien en la televisión dijo que al menos ahora podíamos sentirnos realmente unidos en algo, aunque siendo sincera no veo nada de esperanza en estar unidos por algo tan frío y voraz como el miedo. No había más, el miedo era eso que nos mantenía “realmente unidos”, y de ser posible estoy segura de que gran parte de nosotros hubiera preferido sentir cualquier otra cosa, pero no miedo.
Sí, bueno… enterarnos y asimilarlo (o intentarlo) fue la parte fácil. Vivir con ello fue lo que realmente hizo enloquecer a más de uno en este lugar (en cualquiera, creo yo). Imagina que un día te vas a dormir y el sueño en turno se trata de tu peor pesadilla, de eso que no le cuentas a nadie, y conforme pasa el tiempo te das cuenta de que no vas a despertar… nunca; pues eso es exactamente lo que sucedió en las cabezas de todos los que conozco, y supongo que de los que no conozco también.
Cada pesadilla fue diferente. Mamá, por ejemplo, tenía miedo de la puerta. Creía que la enfermedad llegaría con el aire, o en la superficie de la comida enlatada, o en cualquier cosa que cruzara el umbral y tocara el piso de su casa. Mamá luchó diario con esa pesadilla, lo hacía sumergiendo cada cosa en cubetas llenas de desinfectante, con guantes de plástico y una máscara antigases. Lo sé, era exagerado, pero las pesadillas generalmente nos conducen a la locura; la locura es ese estado en el que el miedo se transforma en un instinto puro de supervivencia.
Bueno, lo de mamá era cosa de niños. Supe que uno de mis amigos se encerró en el baño de su casa y no quería salir del agua por miedo a contagiarse, no comía más que pequeños pedazos jabón, creía que así su organismo se mantendría a la defensiva (no lo culpen, alguien en televisión había dado una idea similar). El agua que bebía la obtenía del grifo que se encontraba en su baño. No salió en semanas, y nadie en esa casa lo hizo salir, no por falta de atención o cariño… no, la razón de que nadie lo auxiliara era simple; cada persona en esa casa luchaba contra su miedo.
Otro chico que conozco no ha dejado de jugar videojuegos desde que prohibieron salir a la calle. Lo curioso; en el juego es un médico y su trabajo es salvar a la humanidad de una enfermedad mortal. Lo sé, la vida da pequeños guiños sin que lo notemos, por cierto, ese chico ha perdido el juego lo suficiente para saber que afuera la situación es la misma que en su monitor.
La lista de personas y sus respectivos temores llega a dar más miedo que la situación que los ha provocado, pareciera que la vida está poniendo a prueba la cordura de todos los que nos encontramos de pie todavía; bueno, creo que estamos del lado de los que ya perdieron. Y seguramente te preguntarás: ¿Cómo es que sabe todo eso? Aunque he sido extremadamente breve ya debes saber la respuesta si estás prestando atención a lo que te cuento. Pero si es necesario diré lo obvio; Estoy luchando contra mi miedo.
La razón por la que nunca me vine abajo a pesar de vivir encerrada y a cierta distancia de todos era sencilla, sabía que los demás estaban ahí por si un día necesitaba adaptar mi vida a las suyas. Ya sabes, el comodín que usas cuando ya no tienes opciones. Es natural que al ver a todos en la misma situación que yo mi miedo se disparara de inmediato, ha sido un infierno desde entonces. Mamá está ocupada con su desinfectante y las juntas virtuales del trabajo, mis hermanos pequeños construyeron un fuerte de almohadas frente a las ventanas que dan a la calle, tienen bombas listas para defender a mamá (globos con agua y jabón). Su mayor miedo es perderla, y no sé si eso debe causarme ternura o tristeza.
Yo soy la única que resiste un poco más a todo esto, podría decirse que me mantuve cuerda con ayuda de las interminables clases virtuales, creo que todos los que comenzamos con esa vida virtual sobrevivimos en parte por ello. Nuestros amigos se miran en la luz blanca del monitor, sus voces nos hablan por medio de las bocinas de nuestros ordenadores. Las herramientas que usamos para estudiar se convirtieron en las mismas que usamos para reunirnos por la tarde y simular que todo está bien, aunque en el fondo todos sabemos que no, nada está bien.
Lo último que recuerdo del mundo externo es que había un grupo de hombres afuera de la ventana, todos tenían trajes blancos y respiradores en el rostro… creo que pasamos mucho tiempo en nuestros miedos, olvidamos lo que pasaba afuera de nuestros hogares. Los teléfonos sonaron en todos lados, afuera de cada hogar había un grupo de personas con las mismas características. Alguien en internet hizo explotar el miedo de todos y dijo que eran exterminadores, algo así, pero ya sabes, internet está lleno de esas personas. Otro de ellos dijo que necesitábamos aceptar nuestra nueva realidad, fue un discurso largo, pero en resumen se refería a que teníamos que olvidarnos del mundo “real”, que ese mundo había dejado de existir.
Lo sé… yo tampoco lo entendí al principio, pero ¿recuerdas lo de las pesadillas? Bueno… seguramente tú también estás deseando volver al mundo real, o si eres un caso extremo ya te “encuentras” en él. Lo lamento, pero ese mundo “real” se convirtió en la pesadilla de la que ninguno de nosotros puede despertar; al parecer todos estamos soñando ahora, y lo hacemos en el mismo lugar: Dentro de esta inmensa red.
®Samantha Ewart
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