martes, 24 de agosto de 2021

''La ocasión'' ®Adriana Rodríguez


La observaba...

Verla era un deleite, cada noche después de la ducha, Martha salía desnuda paseando por el pasillo; húmeda, deliciosa, el agua cristalina, aún tibia recorría su cuerpo; ¡Magnífica obra divina! Me hacía amarla más; estaba enamorado de ella, hermosa mujer, la plenitud lo mostraba en su cuerpo torneado de 25 años, su rostro de diamante le hacía juego con ese par de pendientes ¡Sus ojos! un par de ventanas color jade con cejas marrón que enmarcaron su forma profunda, su pequeña nariz me volvía loco, su piel dorada relucía a la luz natural « ¡Habrase visto mujer más bella!» todas las noches quería comerla a besos; degustar su andar al paso de su cuerpo, hacía extasiar todos los sentidos y su sonrisa; esa tímida mueca nerviosa que se asomaba al hablar por teléfono; la veía vestirse y quería decirle que parara; su desnudez era el elixir perfecto para mí;  saberle partir en la mañana, me ponía furioso «¡Sólo deseaba verla regresar!» salía detrás de ella; ver su cabello castaño ondear al viento, simulando el vaivén de las olas del mar. Después de una larga jornada de trabajo, regresaba a casa, esperando en el sillón de la alcoba, pensando en verla danzar hacia la ducha; ella es mi mejor descanso. Era feliz con esta vida, no podía pedir más, pero quería más. Cruzaba el balcón para verla, salía de madrugada para saberle llegar, cuando andaba de fiesta; mi obsesión fue creciendo y ella no lo notaba; me sabía sus temores, pasatiempos, horarios, rutinas de ejercicio; los martes salía al supermercado, yo la observaba, detrás del mostrador, entre las verduras, rastreando las huellas de su aroma, tocando las piezas de pan que dejó en el estante. Una vez, toque su mano con nervios, ella me saludó y me sonrió.

—¡Vecino! ¿También viene los martes? —

—¡Si vecina, ya es cotidiano! —

—¡Lo veo después! — se despidió

Yo apretando una lechuga, la vi alejarse; Dios sabe cuántas ganas tuve de tomarla por el cabello, jalarla hacia a mí y decirle: ¿¡A dónde vas perra!? ¡Así te gusta que te hablen! ¿no?, pero mi mente jugaba con mis deseos más íntimos.

La miré a lo lejos, vestía su ropa deportiva para acudir al gimnasio, la seguí y sin pensarlo me suscribí todo el año; no tenía idea de que haría en un lugar como ese, solo quería verla, tenerla cerca; podría tener a cualquiera, pero a ella tenía que ganarla y “eso” me estaba cansando; llegar todos los días a mi habitación y no tenerla me  hacía enfurecer cada vez más; tomaba una botella del alcohol más barato, tan solo para embrutecer mis sentidos y perder la cordura; cruzaba entre balcones hasta llegar al de ella y entre la oscuridad de su alcoba la esperaba; siempre sentado en el mismo sillón; verla llegar de prisa, con los labios ocupados en un idiota que no era yo; lo tomo por el cinturón lo jalo hacia fuera y en el furor le desabrocho el pantalón, era un joven de no más de 30 años, con músculos prominentes, hombre ignorante, de poco porte y mucha fiesta; ella tenía “ganas”, las sacio con él, joven inexperto al amar, los vi revolcarse entre sus sábanas, mismas que muchas veces bese, para que tuviera mis huellas sobre su cuerpo, mi mente colapsaba; entre tragos la odie, no más de lo que la llegue a amar. Sus gemidos se me atoraban entre sorbos y una lagrima rodo por la mejilla, aun con el dolor, disfrute ver su espalda al descubierto, me imaginaba que era a mí, a quien amaba, me dedique a disfrutar. Ya ebrio por el alcohol y las emociones, lleve la mano a mi pantalón, la estrujaba contra mí, inventando su cuerpo sobre el mío; terminamos los tres, ella se dejó caer sobre aquel extraño y yo me dejé caer en mi sentir; se quedaron dormidos, instante que aproveche para salir de ahí sin ser visto. El tiempo pasó; cerca ya de un año y yo seguía deseándola; el saludo en la mañana, su sonrisa al mediodía, las buenas noches al entrar a su departamento. Aquella noche me entusiasme y quise buscarla, mostrarme tal cual soy y me descubrió; al salir de la ducha, vio mi silueta, se asustó y salió corriendo hacia mi departamento; no supo que era yo; llamo a mi puerta, al abrir me hice el modorro; envuelta en la misma toalla con la que salía del cuarto de baño, llegó pidiendo ayuda; la acompañe hasta su habitación y di un recorrido de reconocimiento, por mi trabajo, era común encontrar pistas que me llevaran a un supuesto “ladrón”, la consolé, le ofrecí mi compañía para que se sintiera más tranquila, ella aceptó. Mis ojos brillaban, la lujuria en ellos me hacía babear; la observaba a través de la oscuridad, al margen, hoy ella quiso que me quedara; me senté en el mismo sillón donde comúnmente la observaba, pero, no pude conmigo; la miraba en su bata de seda diminuta, recostada sobre su almohada, me acerque sigilosamente y me metí entre sus sábanas, se despertó asustada, quiso gritar pero le tape la boca, en un grito ahogado, lágrimas comenzaron a fluir, le dije que no gritara, la tome por la nuca y suavemente la iba recostando, la quise besar, pero me empujó, me gritó, salió de la cama, salí detrás de ella; quiso correr pero fue demasiado tarde, la tome por el cabello y la acerque; su cuerpo aún húmedo se resbalaba entre mis manos, me excitaba, quería tomarla, hacerla mía, la alcance con los brazos por la espalda, sus pechos se contoneaban estrepitosamente en su intento por escapar, mi mano se pasó bajo la prenda, sobre su pecho, la estrujaba, sentir sus pezones escabullirse entre mis dedos; ¡Por Dios! cuánto la deseaba; mis manos perdieron el control, iban de arriba a abajo sin medir la fuerza, se giró para golpearme; la sujete con fuerzas, le apreté las piernas, los muslos, la tome por la cintura y la arroje sobre la cama; quiso huir, la jale hacia mí, la toque en su sexo y lo estreche, con una mano le apreté el vientre y con la otra disponía a merced de mi víctima; como un platillo exquisito estaba servida para mí.

«¿Por qué tenías que hacer eso?» De no sé dónde diablos sacó una navaja, y la enterró en mi pierna —¡Maldita sea! — Sabía que ella lo buscaba. Se soltó y corrió hacia la sala, la alcance por detrás y en un arrebato de coraje le clavé la navaja en la espalda; llorando suplicaba, pero termino con mi paciencia, pudo haber sido todo un bello sueño, pero prefirió una pesadilla; estaba furioso, deseoso de ella, me había jurado no volvería a suceder, pero en mi arranque de lujuria e ira, le cause dolor; quería que suplicara que la tomara, al ver su negativa, no pude más y le desgarre los muslos, la degollé; la piel rasgada me provocaba deseo, sacié mis instintos, la deje morir. La sangre formaba un charco que se extendía sobre el piso, los pasos marcados en la alfombra delataban un ataque violento; tome las pistas que pudiese haber dejado y por el balcón regrese a mi departamento. Cinco días después, los vecinos molestos por una “peste nauseabunda” llamaron a la línea de emergencias, sonó mi radiocomunicación:

— «Agente Salas tenemos un llamado de su zona de residencia, solicitan el apoyo del servicio UGI, al parecer un 49 fox» —

Me enviaron a investigar, al pedir que abrieran la puerta, descubrimos que estaba forzada, los objetos de valor no habían desaparecido y otra mujer fue víctima de homicidio. Mi compañero se cubría la nariz con un pañuelo; el olor era insoportable y excitante.

— ¡Ha atacado de nuevo!, ¿Cuándo daremos con su paradero? ¡Maldito! — Mis palabras cubrían la sonrisa de mi victoria.

—[[Continuando con el caso “De los edificios departamentales” al dia de hoy se suman 14 jovencitas asesinadas, por la zona noroeste, es preocupante saber que esta cifra va al alza, ya que jovencitas de entre 18 - 25 años de edad son las principales víctimas de tan atroz asesino]]— Se escuchaba de fondo, en el televisor de algún departamento.

Mientras los agentes entraban y salían tomando muestras y fotos de las posibles huellas dejadas en la escena del crimen. En la pantalla se mostraba al asesino desconocido, ocultándose detrás. Mi nombre “Agente Salas”, en la cintilla del noticiero, anunciando que era yo quien encabeza la investigación, ¿Quién sospecharía? lo tenía cubierto; en el televisor la imagen viva de un asesino, daba la dictaminación del caso.

— La investigación arroja que estamos frente a un experto; posiblemente alguien que haya estudiado criminalística o medicina forense; estamos trabajando en este caso, como en el de las otras jovencitas, estamos muy ocupados, resolviendo las interrogantes; mientras tanto sugiero a toda la comunidad que cierren bien sus puertas y sigan pendiente de las noticias—

 

 

®Adriana Rodríguez

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