domingo, 15 de agosto de 2021

''El café se enfría'' ®Jorge Ronaldo Galván Pérez


Era un día cualquiera, habían pasado ya muchos días,

muchas horas, muchos minutos, muchos años. . . . . . . .

Era una hora temprana de la mañana, casi al despuntar el alba,

como cada mañana de cada día, calentaba agua

para prepararse el café de cada amanecer;

se lo preparo como siempre, solo que esta vez sería una rica, sabrosa y suculenta

taza de café negro, café negro caliente. . . . . . . . . .

Ya no recordaba desde cuando estaba con el alma rota, vacía,

los hijos ya no se acordaban de él, la esposa abandonado lo había,

se sentía cansado, fastidiado, acabado, sentado frente a esa taza de café caliente.

Los recuerdos se hicieron presentes, los días felices volvieron a su mente,

conocer a la mujer que Amó, que amaba todavía, descubrir un nuevo poder

en una paternidad que de repente lo asombro y causo mucho temor la primera vez,

después, después de tres asombros más, la que más le movía era la de Lucia,

su única hija, de tez aperlada como la de él, y los hermosísimos ojos cafés de la madre,

mientras, en la mesa el café permanecía humeante.

Los minutos fueron recorriendo los días de esos recuerdos,

días que se volvían de rosas a grises fúnebres,

tal vez sería la mansedumbre del Amor que sentía por su familia,

tal vez eran recuerdos más viejos, cuando era apenas de niño un dulce;

recordó las peleas con ella, que siempre le exigió más de lo que daba;

recordó la indisciplina y autosuficiencia de sus cuatro hijos,

a los que les había dado más cosas materiales, que valores de vida,

quienes poco a poco se fueron alejando, según en la edad

que creían que se comerían el mundo a pedazos, sin estar él presente

para por lo menos consolarlos cuando se dieran cuenta lo que cuestan los fracasos. . . .

No estaría si llegaban a festejar algún logro, pero eso sería más un orgullo

escondido en su corazón al ver que había logrado hacerlos personas de bien;

No estaría en el nacimiento de sus nietos, pero siempre pensaba

en lo feliz que él sería si los viera correr. . . . . . . . . . .

En la mesa una taza de café se iba entibiando conforme pasaban los recuerdos

de acuerdo a los minutos, de pronto y sin avisar, un dolor fuerte en el pecho le vino de repente,

se empeñó en recordar el día de su matrimonio pero este se le escondía en recuerdos nada alegres,

sintió que se le acercaba la muerte, y en un dejo de resignación

le tomo del brazo y le rogo No hacerlo sufrir, pues ya había sufrido los últimos 15 años lo suficiente,

sin saber de la mujer que amó, sin saber de los hijos que sabía que ya no vería más,

sin haber disfrutado un solo día su inmisericorde soledad, quiso parlar con ella,

pedirle fuera suave con su alma, como si quisiera una última caricia de alguien a quien sintiera cerca,

la muerte solo se dejó tomar del brazo y lo condujo por un camino desconocido

que solo conocen aquellos que han hecho el viaje. . . . . . . . . . . .

En la mesa, como si estuviera recostado sobre ella,

con los brazos caídos a cada lado, el café se enfría. . . . . . Y un corazón también.

 

®Jorge Ronaldo Galván Pérez

 

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