''Conexión''
En un pequeño apartamento de la ciudad, Lucía se sentaba en el rincón más oscuro, con la luz de su pantalla parpadeando como un latido agonizante. Había olvidado la última vez que escuchó la risa de un amigo o el murmullo de la vida fuera. Las redes sociales brillaban con imágenes de felicidad ajena, pero su reflejo era un eco sombrío: la soledad la envolvía como una niebla densa.
Cada día, el sonido de las notificaciones la despertaba de su letargo, pero nunca había nadie al otro lado. Su mente, un laberinto de pensamientos oscuros, le susurraba que la conexión era una ilusión, una broma cruel. La ansiedad la mantenía atrapada en un ciclo interminable, mientras los días se deslizaban y las horas se convertían en ecos vacíos.
Un día, mientras navegaba por un foro de autoayuda, Lucía encontró un mensaje inquietante. Un extraño hablaba de un grupo secreto que prometía liberar a sus miembros de la angustia de la vida moderna. La curiosidad la llevó a investigar más, y tras varios días de indecisión, decidió asistir a la reunión.
La noche de la cita, llegó a un sótano oscuro, donde un círculo de rostros perdidos se reunía en silencio. A medida que el líder hablaba sobre la "libertad final", Lucía sentía una mezcla de miedo y atracción. Cada historia de dolor resonaba en ella, como un eco de su propia tristeza. En el fondo, una parte de ella ansiaba ser parte de algo, incluso si eso significaba abrazar la oscuridad.
Con el tiempo, Lucía se adentra más en el grupo, donde se compartían rituales extraños y promesas de liberación. Pero cada encuentro dejaba una huella más profunda en su alma, oscureciendo su mente. Su vida se volvió una pesadilla, donde la línea entre la realidad y la locura se desdibujaba.
Una noche, en medio de su desesperación, decidió escribir una carta de despedida. Con cada palabra, sentía que el peso del mundo se desvanecía, como si liberara a un prisionero que había vivido demasiado tiempo en la oscuridad. La última línea resonó con una tristeza indescriptible: "Aquí, en el silencio, soy finalmente libre".
Al cerrar los ojos, dejó atrás el tumulto de la vida, pero lo que no sabía era que la oscuridad que había abrazado no la liberaría, sino que la consumiría. Y en ese silencio, mientras la noche avanzaba, se desvaneció, dejando solo una sombra en un mundo que nunca la vio, atrapada eternamente en la neblina de su propia creación.
Autor: La poeta de las alas rotas
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