sábado, 12 de octubre de 2024

''Amor'' ® Valentina Mar Serrallonga


—Esto no debió pasar —susurró, con las manos temblorosas llevándoselas al rostro mientras quitaba la mirada del espejo colgado junto a ellos, ¿Dios la podría perdonar?

—¡No te hagas la santa! Lo querías tanto como yo —replicó él, sacudiendo su gabardina de manera despreocupada. Estaba sentado en la cama, mirándola. En su opinión, se veía aún más hermosa así, con su cabello despeinado y esos bellos ojos llorosos, parecía una mártir.

—¡No es cierto! Yo... —No pudo responder, sintiendo un nudo en la garganta. Se cubrió los labios con la mano y bajó la mirada. El asco que sentía en el estómago era insoportable. Se sentía asquerosa, engañada y sucia, ya no sería pura de pecado.

—Me creíste y me seguiste a propósito. Eso significa que, en el fondo, también querías que esto sucediera —él se levantó y, colocándose junto a ella, la rodeó despacio con sus brazos. De manera suave, apartó la mano de ella de su boca y la giró hacia el espejo, la poca luz de los faroles que entraba por la ventana iluminó sus reflejos, su sonrisa se extendió aún más—. Tú y yo estábamos destinados. Tú y yo somos uno, esto nos ha unido.

Ella no respondió, mirando su reflejo. Horror, eso era lo único que podía describir al verse. Esto no se sentía correcto, no era correcto, pero ¿cómo podría huir? ¿Cómo podría lavar la marca de algo así? Sabía la respuesta: nunca podría. 

—Dios, perdóname —susurró, alzando la mirada y rogando en silencio a Dios que la perdonara, pues había pecado.

—Nuestro amor es Dios, nosotros somos Dios —corrigió él, recargando su cabeza en su hombro y sonriendo complacido. Ella podría llamarlo atroz, pero él lo llamaría amor—. Yo te pertenezco, tú me amas, estamos destinados, esto es nuestro amor —tarareó, mientras la volteaba y la giraba en un torpe intento de bailar con ella.

En una habitación destrozada, con sus ropas llenas de sangre y en los brazos de un asesino, Dalía se sentía como en un sueño surrealista. Sí, ellos la habían lastimado, pero eso no significaba que los quisiera muertos. ¿Cómo podrías comparar una broma cruel con un asesinato? No había comparación, no debería existir. Isaac y Efrén, solo habían sido malos al invitarla a una fiesta falsa, la hirieron al molestarla tanto y fue horroroso como intentaron abusar de ella, pero aún así no les deseaba la muerte. Fue su plan, fue su mentira, y fueron sus palabras las culpables de guiarla a acabar con ellos. Se suponía que solo sería una broma igual de pesada que la de ellos. Se suponía que solo fingirían dispararles. Él nunca mencionó que la pistola estaba cargada, mucho menos que eran balas de verdad.

 

® Valentina Mar Serrallonga (H. Matamoros, Tamps. México)

 

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