lunes, 16 de noviembre de 2020

''Ojos verdes'' ® Alfredo P.


 Solo me bastó verte una vez para no olvidarte jamás. Lucías tan radiante, llena de juventud, seductora, ni en los más espléndidos y rebosantes banquetes pasarías inadvertida. Ahí estabas tú, apenas al alcance de mi vista, empero, yo te sentía pegada a mi pecho, esparcida por toda mi piel.

Al voltear tu rostro y coincidir tus ojos con los míos, el tiempo se detuvo, las armonías y los sonidos de la concurrencia se ausentaron, se me heló la sangre y mi respiración cesó. Las imágenes restantes quedaron eclipsadas, tus ojos verdes me atraparon y me fue imposible escapar. Quedé a tu merced, condenado a una bella maldición.

No pude recuperar mi antigua vista, pues tus ojos verdes quedaron tatuados en mis pupilas. Parecía como si estuviera cegado, no podía ver nada de lo que me rodeaba; a donde quiera que iba, tus ojos verdes siempre me seguían. Abiertos o cerrados, no disponía de ninguna otra imagen, ni siquiera podía gozar de la oscuridad absoluta. Mis párpados solo podían restarles brillo, pero tus ojos verdes seguían presentes, acechándome entre las sombras.

Acudí con muchos hombres de ciencia y conocedores del ocultismo, pero ninguno pudo ayudarme. Todos decían que mis pupilas habían sido moldeadas a esa cautivadora imagen, que el maleficio era tan irreversible como la muerte misma. No había nada que pudieran hacer por mí.

Intenté adaptarme y seguir con mi vida, pero mi positivismo llegó a su límite. Perdí mi trabajo, sufrí fatales caídas, mi afición por el arte fue arrebatado y no pude ver crecer a mis queridas hijas. Lo intenté de todo: parpadeé hasta el hartazgo, me piqué los ojos incontables veces, los lavé con agua y con jabón, los tallé hasta sentir brasas en mis corneas y los inundé de alcohol hasta que no pude soportarlo más, caí rendido ante la omnipresencia de tus ojos verdes. No quedaba otra alternativa, tenía que sacarme los ojos…

Finalmente, vivo en paz. La luz y los colores desaparecieron por completo, pero junto con ellos también partieron tus ojos verdes. Ahora disfruto de las más hermosas imágenes, aunque solo pueda verlas yo. Mi mente por fin es libre, el yugo de tus ojos verdes concluyó. Ahora puedo verte por completo; tu rostro, tu cuerpo y tu esencia, no volverán a escapar de mí, nunca más.

 

® Alfredo P. (Zapopan, Jalisco. México)

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