martes, 3 de noviembre de 2020

''Crónicas de Sangre'' ® Jimm León O.


Frustrado, llego al departamento vestido y alborotado. Como si fueran las joyas de la corona de un pésimo día, los vecinos tenían un escándalo atroz con música de banda de un lado, y vomitiva música de reggaetón del otro. Lo más coherente esa noche era salir, distraerme de todos esto. Por lo tanto decido ir a un bar solo, aunque no bastó con salir del departamento para deshacerme de esa espantosa “música”, a donde sea que iba la escuchaba. Eso me obligó a conducir poco más de una hora, hasta que encontré un bar restaurante bastante decente, donde tenían música de rock en vivo y cervezas de barril aunque no fueran del todo de mi agrado, pero mas no podía pedir y menos esperar.

No pasaron poco más de dos cervezas durante la noche, cuando vi llegar a una chicha al otro lado de la barra de donde yo estaba. Observé que me noto y que yo la noté, pero solo seguí con mi trago, no tenía más ánimos de otras tantas decepciones más y estresantes situaciones por el día de hoy. Seguir perdiéndome en mi trago y en la buena música sin darme cuenta de que alrededor del sexto tarro ella se acercó.

-     Hola ¿qué pasa contigo? – pregunta la chica de aquel bar.

-          Hola, yo solo disfrutando de la música ¿y tú? – ya relajado con los tragos no parecen entrar los nervios que constantemente me atormentan al hablar con una chava guapa.

-          Que bien por ti, pero responde ¿Qué pasa contigo? – insiste con la misma pregunta aquella chica.

-          Disculpa ya no entendí ¿hice algo malo perdón? – me pongo nervioso por el temor a haberlo regado sin siquiera haber puesto atención alguna.

-          Si, y muy malo de hecho. – toma el banco de alado y se sienta mirándome directo a los ojos. - llevo como 15 minutos masticando la misma bebida mirándote y tu ni me has pelado en todo ese tiempo. – asentí la cabeza y sonreír mientras me pongo rojo.

-          De verdad disculpa, é tenido un pésimo día creme, pero ven déjame invitarte algo entonces.

-          Bueno, pues podemos ver claro como está cambiando ¿no? – si su intención era quitarme el mal gesto, lo había conseguido por completo tras el primer “hola”.

-          Si, gracias, de verdad eso parece.

-          Ven, vamos un poco más al ambiente…

Durante gran parte de la noche seguimos bebiendo en un rincón del bar en una mesa. Ella intentaba hacerme bailar, cosa que en ningún momento consiguió, pero sus copas las había pagado con aquel sensual baile que hacía frente a mí. Me gustaba esa forma de moverse y aún más, esa manera de sobre llevar la vida sin prejuicios ni complejos morales. Con tantas cervezas encima no pude resistir más, así que me levante de la silla, trate de hacer dos o tres pasos siguiéndola, sin embargo ella se da la vuelta dándome la espalda, juntando su cuerpo sin temor alguno. Con un deseo paranoico le doy vuelta y me arrojo tras sus labios; no fueron más de dos segundo cuando ella se alejó de nuevo y me miró deja de bailar. No sé si lo que había hecho está bien o mal, su expresión era más de asustada que de gozo, no coincide su reacción con el cómo había estado durante la noche, pero no dijo nada, solo miró hacia sus costado, corroborando que nadie nos allá visto, pero en medio de un bar, con todo el mundo bailando y bebiendo, a nadie le importábamos en ese momento, solo a nosotros dos.

-          ¿Pasa algo? – pregunte, ya que la manera inmutada en cómo había quedado me desconcertaba.

-          Si… cuéntame, a que te dedicas y como te llamas. – exclamo con un comportamiento diferente a como había iniciado esto.

-          Soy Dante y en resumidas cuentas soy nuevo en la ciudad. – ha ambos nos había cesado el baile por sentarnos.

-          ¿Entonces no estás trabajando se puede decir? Alicia… – pregunta sin más acompañado de su nombre a secas.

-          Conseguí algo pequeño, pero solo es temporal en lo que me acomodo mejor. – comenzaba a tornarse un poco penosa para mí la conversación.

-          Entiendo ¿viniste al bar… por qué perdón?

-          Para serte sincero, tuve un día del asco, vine aquí con la intención de tomar unas cuantas cervezas e irme al departamento, pero apareciste tú, y aquí estamos. – espero mínimo poder darle la suficiente lastima para que se quede conmigo el resto de la noche.

-          Gracias por los tragos, cuando te vayas sal con cuidado, que estés bien – se levantó sin más de la mesa y se dirigió a la salida sin voltear ni un instante.

-          … - solo me quede allí unos segundos tratando de asimilar lo que pasaba. Mi cuerpo reacciono justo cuando ella abrió la puerta, a lo cual salgo casi corriendo tras ella. – Espera, dime que hice mal ahora. – pregunté.

-          Que haces Dante, vete de aquí rápido… – apresura el paso alejándose de aquel bar, y yo la sigo detrás.

-          Ali, espera dime si te puedo llevar a algún lado… - de la nada siento que alguien me toma de la solapa y me arroja en medio del estacionamiento.

-          Vaya ¿así que este niño bonito será el del día de hoy mí amor? – un tipo extraño que aparece de la nada, no era difícil darse cuenta de que venía drogado y buscando problemas.

-          A… amigo, no quiero pro… problemas. – respondí como pude, desde el piso solo podía ver la silueta del tipo, detrás de él Alicia aproximándose cautelosa, quería gritarle que no lo hiciera, pero las palabras no me salían.

-          Déjalo Jesús, apenas y le alcanzaba para los tragos, fue una pérdida de tiempo con él. – comento Alicia a aquel sujeto. Tal parecía que mi noche si podía empeorar, todo era un engaño de ellos dos.

-          Quizás no, pero vi cómo te beso y eso le va a costar caro, o que mi amor ¿tú también lo disfrutaste que lo estas defendiendo? – la toma del cuello con fuerza al terminar de acusarla.

-          Que te pasa Jesús, mi trabajo es seducirlos y traerlos hasta a aquí, yo solo fue lo que hice, él fue quien se aprovechó, suéltame ya. – cómo pudo respondió Alicia.

-          Entonces debo de ir contra ti… - aquel sujeto deja en paz a Alicia y camina hacia a mi señalándome con dos dedo directo al rostro.

-          E… espera por favor. – como pude me levanté del suelo antes de tenerlo encima.

-          Dime maricón ¿te gusto tallársela por el culo a mi novia? – me toma del cuello y comienza a golpear el rostro mientas pregunta. – vamos imbécil, dime que tanto te gustaron sus labios. – puede ver como Alicia da la media vuelta y se aleja enciendo un cigarrillo.

-          P… por favor, no quiero problemas… -solo puedo suplicar, sintiendo una vez más esa maldita impotencia, las manos y las piernas me tiemblan de miedo y ese nudo en la garganta están de nuevo.

-          Por favor que niña ¡JA, JA, JA! – me arroja al suelo tan fuerte que mi rostro raspa un poco contra el pavimento.

Él se abalanza nuevamente para seguirme golpeando, a lo cual con un esfuerzo sobre humano puedo soltar un golpe desde el suelo hasta su rostro – ahora si te cargo la madre imbécil. – exclamo el tipo mientras limpiaba su rostro, al mismo tiempo que saca una navaja de su bolsillo. Aquel minuto de inspiración que había llegado a mí, al ver la navaja se fue por completo, intento salir corriendo pero él arroja el primer tajo, rasgando mi espalda y parte de mi brazo, correr ya no es una opción. - ¡Ja, ja, ja, no corras niña, no corras! – sus gritos aturden mis oídos, debo seguir deprisa, pero llego a un lugar sin salida. - ¡Ja, ja, ja la conejita quedo atrapada! – estoy temblando por completo y no encuentro nada con que defenderme a la vista, tal parece que fue corta mi odisea.

Intento patear algunos autos para que suene la alarma, pero nada. Él caminando despacio sonando sus zapatos contra el pavimento, me aterroriza aún más. – listo para rogar por tu vida. – comienza a sacudir la navaja un poco y se acerca lento. Solo me queda intentar poderle dar la vuelta, pero el sigue cerrándome el paso – no iras a ningún lado imbécil. – no deja de hablar y sigue acortando su distancia. Con las manos temblorosas, no tengo de otra más que jugarme el todo por el todo, y es allí donde me lanzo a querer sujetar el brazo donde tiene la navaja, comenzamos a forcejear. Puedo sentir como poco a poco va cortando mi antebrazo, al igual los golpes que me propina en el rostro con su mano libre. Estoy desesperando, llorando, mis manos no dejan de temblar al igual que no puedo dejar de hacer fuerzas para sostenerlo aún que me esté cortando, tengo miedo de morir, tengo mucho por que luchar aun, no quiero, no puedo, no debo morir aquí… Por su pesó y tamaño logra hacerme hacia atrás, en donde se encuentra una piedra que me hace resbalar, azotando de espaldas contra el piso y mi cabeza rebotando por igual, el golpe me aturde de tal manera que nubla mí vista, pero el instinto no me deja soltar su brazo. Él maldito hijo de perra me saca el aire al caer casi por completo sobre mí, siento como la fuerza de aquel sujeto se apacigua, y sin pensarlo dos veces, como puedo doblo su mano y le incrusto la navaja por un costado, empujo lo más fuerte que puedo, con los ojos cerrados y la vista nublada aun, mientras ciento como por mi cara escurre saliva casi empapándome todo el rostro y parte del pecho. - ¡Jesús No! – escucho un grito agonizante venir desde lejos. Aun sin estar en mis cabales, abro los ojos y puedo ver como el tipo tiene incrustado en el rostro un tirón de arrastre de una camioneta en forma de gancho, al estar a unos centímetros de mí, puedo ver perfectamente claro como le atraviesa desde el ojo hasta lo más profundo del cráneo aquel tirón de gancho. Al concentrar mi vista, me doy cuenta de que aquello que me escurría por el rostro no era saliva como yo pensé, más bien era sangre, solo puedo gritar aterrado del impactante escenario… - ¡Dios mío que he hecho! – cómo puedo me arrastro para quitarme el cuerpo ensangrentado de encima de mí. Alicia se acerca corriendo para intentar ver el estado de Jesús, por el cual no había ya más que hacer. Solo el mirar mis manos y parte de mi pecho bañados en sangre, provoca un sentimiento que no puedo explicar y que recorre todo mí cuerpo, intento limpiar mi rostro pero es inútil, puedo probar aquel sabor de la sangre entre mis labios, puedo sentir su aroma tan peculiar perforando lo más hondo de mi nariz. El temblor en mis manos comienza a bajar lento, pero en cambio, entra este terror autoinducido por tan grotesca situación.

-          ¡Eres un maldito, lo mataste, asesino! – grita con euforia Alicia.

-          … - sin parar de llorar no sé cómo reaccionar y comienzo a dar pasos hacia atrás sin dejar de poner atención a cada detalle.

-          No huyas maldito, te voy a matar. – el dolor en el rostro de Alicia pone mi estado aún peor - Te hare mil veces lo que le hiciste. – desencaja la navaja y me la arroja con toda su furia.

-          … - no puedo más con todo esto y salgo corriendo mientras vomito al instante.

Solo huyo hacía mi camioneta que estaba a una cuadra del bar, pero justo cuando paso por enfrente, alguien más sale y me ve bañado en sangre por completo. – ¡auxilio! – Grita aquella chica despavorida. Salgo corriendo lo más rápido posible y conduzco sin parar hasta llegar al departamento. La ropa infestada de sangre la había arrojado de camino mientras hacía lo posible por limpiarme. Al llegar pase tres horas en la regadera frotando mi cuerpo fuerte con jabón para quitarme de encima ese olor tan peculiarmente nauseabundo, por más fuerte que tallaba no lograba quitármelo, para las 4:27 am estaba terminando de limpiar la camioneta también. No podía decirle a nadie sobre esto, y tampoco tenía a quien contarle, así que tuve que guardar todo en lo más profundo de mí, tratando de llenar el vacío con cosas aún peores, como está...

 

® Jimm León O. (Reynosa, Tamps. México)

 

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