sábado, 4 de diciembre de 2021

''El juego del azar que es la vida'' ® Jimm León O.


Y veme aquí, observando lo curiosa que es la vida. Yo, en un auto en dirección a donde no es, dispuesto a dejar mi sangre y todo lo que sea necesario para para salvar una vida que hoy pende de un hilo. Ella, golpeada en más de un sentido, destrozada tanto física como sentimentalmente hablando, sin poder parar a descansar o desahogarse en llanto ni un momento, dispuesta a seguir arrojando golpes a la vida, en pie para seguir recibiendo golpes de está. En definitiva, una de las mujeres más fuertes que alguna vez vi, con una fuerza tan inmensa que es por completo absurdo verla así de rota hoy. Se fuerte mujer, se fuerte, fuerte…

Yo, simple mediocre para mucho y bueno para muy poco, solo sentando allí a un lado de ella, camino a la clínica de gente adinerada para donar sangre. Viendo cómo esos hermosas ojos azules lloran bajo la luz roja de un semáforo, entre cuatro carriles atascados de vehículos, debajo de la capota de un auto inundado hasta el tope de sentimientos encontrados, entrelazados, viejos y sobre todo, rotos. Viendo atento como ella no puede quitar la vista fija de la ventanilla de su costado, solo lo hace para secarse las lágrimas y que no la vean llorar, pues tiene una vida que salvar y no hay tiempo para llorar ni para ella.

Ella, inerte completa en su sentir, perdida en la agonía de experimentar todo su mundo desecho, de estar lo suficientemente rota, cómo para ver que venga la vida misma a abofetearla con un bestial guante blanco. Sus ojos azules atentos a una sola cosa, una que la destroza por completo y que casi le hace perder toda esperanza en la vida, en su vida, en ella misma y todo, todo lo que conlleve a tener una ciega fe en deidades ambiciosas de amor y atención. Aquello que mira sin dar un solo pestañeo, no es más que otra una simple señora cargando a un niño en brazos, dos más en escalera de edades a sus costados y otro, un tanto mayor, balanceándose de un vehículo a otro, tocando todas y cada una de las ventanillas posibles en el corto tiempo de aquella luz roja del semáforo que nos detiene aquí (no obstante, cabe mencionar que todos tenían una deplorable situación de higiene, que nada tiene que ver con tener o no dinero en el bolsillo). Sin embargo ella, como todo una dama, ni siquiera movió los labios para decir algo, solo seco sus lágrimas, alzo su rostro tras el sonido del claxon del topo de atrás, piso el acelerador e hizo que nada pasó.

No pude decir nada yo tampoco, el escenario era desgarrador, algo atroz que solo a grandes maestros del horror se le ocurriría. Pasaron poco más de ocho cuadras en un silencio atónito que desmembraba cualquier intento de hacer ruido algún, solo pude preguntar: - ¿A cuál clínica vamos perdón? – después de que habíamos pasado tres cuadras de donde había que girar. Ella, con los sueños mas rotos que nunca, pero con el alma llena de esperanza dijo: - Disculpa, me distraje un momento. – seco la penúltima lagrima que salió sin permiso de sus ojos, puso ambas manos con cierta rabia en el volante, y renuevo retomamos el camino correcto.

Nosotros:

-          Sabes, no he podido ni siquiera llorarle al bebe que nació primero, - Dijo ella, tragándose todo su sentir. – Si lo hago, se me cortaría la leche, y tendría más problemas.

-          De verdad es una pena todo esto, - Dije sin saber escoger las palabras correctas. – Es muy duro ver algo así, estando en una situación de este tipo, lo siento mucho…

-          No sabes cuanto. Creme cuando te digo que yo tengo todos los recursos para poder darle la crianza necesaria a un pequeño, pero mira si no será cabrona la vida. No digo que la señora sea mala madre, pero si que no les da la vida que requieren.

-     Lo sé, es totalmente comprensible el coraje que pueda sentir en estos momentos, Le dije tratando de amortiguar el momento. – Pero debe tener en claro algo, la vida esta llena de esto, de golpes, de subidas, de bajadas, del vértigo que se siente en el punto en que uno se despega de suelo por primera vez, la vida siempre será así, y no es culpa de nadie, a algunos nos toca la vara más alta. Siento que es una manera de hacernos ver, que, si pierdes el enfoque, lo perderemos todo, que sin importar cuantos obstáculos y cuantas distracciones nos ponga, siempre debemos de estar concentrado en lo que importa, en lo que nos llena el alma, el corazón…    

Ella de nuevo, estaciono el coche, seco la ultima lagrima que rodaba, me miro con fervor y solo dijo. - Tienes toda la razón. – Salimos del auto y su esposo la esperaba, los abrazo con fuerza y exclamó. – ahora es tu turno de ayudarme a saltar, ve, y ayúdame a salvarle la vida a mi hijo, no soporto verlo un día mas en esa incubadora…

® Jimm León O.

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