viernes, 30 de octubre de 2020

''Tres gritos'' ® Félix Martínez


Mi tierra es de extremos, los soles, sus lluvias y sus vientos nos empapaban, nos secaban hasta quemarnos la piel, nos sacudían como las hojas de los árboles.

Cuando oscurece, todo es negro, tan cerrado que se palpa; y para un niño de siete años que todo dimensiona al doble, la oscuridad da para muchas historias.

Un domingo a las siete de la noche salimos de la iglesia, y contigo al templo vivían mis abuelos, fui a su casa y mi madre le ordeno a mi hermana mayor que pasará a buscarme. Aunque la escuche, no quise salir, quería que fuera por mi, pero ella estaba diferente. Después de tres gritos se fue y me dejo, así que al salir ya no estaba nadie, con un pavor intenso camine en la noche, corriendo las cuatro cuadras que separaban mi casa de la iglesia. Tenía que a travesar un bosque, donde vivía una curandera. Su esposo, un personaje oscuro, serio y amenazador que siempre traía un machete. 

Entre los rumores de los niños se decían que secuestraban para hacer daño. El pasar por ese lugar incluso cuando nuestros padres, parecía que todo se volvía una pesadilla, pero esa noche, no le dije a nadie que me acompañara. Me adentre en las oscuras calles, terrenos solos y al final del arroyo, el lugar de los ahogados que se hacían presentes, pero lo peor era la casa de doña Castula la curandera. Al ir avanzando siempre tenia las luces apagadas, cubierta por árboles y malesa. Escuche los lamentos que me hacían temblar, gire la cabeza para ver a una criatura de estatura baja, a la cual le brotaban granos, su voz distante, con un eco larguísimo que se adhería a mis oídos; quise regresar, grite con todas las fuerzas de un niño indefenso, que no tenía otro recurso, para mi suerte me escucho un vecino que fue a auxiliarme, en ese momento, la criatura desapareció. No logré explicarme a mi vecino lo que sucedió o quizá fue la imaginación de un niño de siete años. 

 

® Félix Martínez (H. Matamoros, Tamps. México)



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