miércoles, 14 de octubre de 2020

Rodrigo!


 Rodrigo era un chico que siempre estaba involucrado con sus amigos. Estar rodeado de un gran número de personas que lo estimaban, le daba mucha seguridad para seguir relacionándose con los demás. Estudiaba la preparatoria y por las tardes se veía con todos, sin embargo, cuando caía la noche, sabía que algo le faltaba. Sentado al pie de su ventana con un libro en la mano, imaginaba miles de historias que sabía, serían difíciles de ocurrir. Jamás tuvo un nombre ese libro, a pesar de que lo mantenía abierto, sólo lo hojeaba. Duro muchos meses con él, nadie se preguntaba por qué, ni siquiera sus padres entendían que lo trajera siempre consigo mismo, si no lo finalizaba.

Una tarde, se encontraba sentado en una banca de la plaza, con el mismo libro, la misma página de siempre, mirando hacía a la nada e imaginando tantas cosas. Describía que lo que pensaba, dando forma a todos sus sueños, pero cuando la imaginación llegaba hasta la cima de su mejor momento, apartaba la sonrisa para convertirla en una línea curva inferior, agachaba la mirada, cerraba su libro para después marcharse. Pero esa tarde fue diferente porque alguien se había sentado a su lado. Rodrigo estaba nervioso de compartir la banca con un extraño, quiso saludar, pero las palabras no articulaban de su boca. Comenzó a sudar y prefirió irse.

Una vez más al pie de su ventana, pero ahora esa línea en su boca, se estaba transformando en algo más. Algo que había deseado desde mucho tiempo, pero no lograba concretar.

Al día siguiente, Rodrigo fue a la misma banca saliendo de la escuela, se sentó en el espacio que ocupo el día anterior, también abrió su libro, pero ahora, era otra página, una más delante de la que había tenido al día anterior. Estuvo aguardando durante mucho tiempo, esperando a que alguien se sentará en el otro lugar, pero no. La gente sólo pasaba, no había indicios que le asegurarán que estaría acompañado. Con una larga tristeza cerro su libro, lo guardo en su mochila, cuando noto que una persona extraña se sentaba en el otro lado. Rodrigo no pudo contener la risa, pero una vez más se puso nervioso y se marchó.

Rodrigo, llevaba una sonrisa más pronunciada a casa, después de muchas semanas, por fin estaba cenando con sus padres. Ellos estaban sorprendidos porque la actitud de Rodrigo en casa les preocupaba, siempre estaba solo, cuando andaba con sus amigos, era como crear una balanza entre lo bueno y lo malo.

La noche seguía y papá abrió muy ligera la puerta de su habitación para observarlo. Él seguía ahí, contemplando la noche, la luna, su libro mostraba la misma página que tenía en la banca. Estaba feliz de que su amado hijo mostrará mejoras. No entendía porque con los amigos se le veía normal, pero en casa, todo era diferente, como si guardará algo. Intentó preguntarle en repetidas ocasiones, pero siempre negaba que tuviera sentimientos negativos. Decidió darle un poco de espacio para comenzar a ganar su confianza, pero esa noche, estaba contento de verlo sonreír una vez más.

Cuando amaneció, Rodrigo bajo para tomar el desayuno, pudo charlar con sus padres e incluso a su papá no le importó llegar tarde al trabajo para quedarse más tiempo con él. Rodrigo estaba diferente. Termino su plato, se duchó y se arregló para dirigirse a la plaza, misma banca, diferente horario. Como era sábado, no había escuela, por lo que entendía que podría pasar mucho tiempo antes de que esa persona extraña apareciera de nuevo. Estuvo ahí por horas, mismo libro, siguiente página.

-Unas horas después-

Estaba anocheciendo y Rodrigo seguía solo. No le quedó más remedio que marcharse. Guardo su libro en su mochila, se levantó, comenzó a caminar hasta su casa. Durante la noche, todo parecía volver a ser como antes. No bajo para la cena, su línea curva en su boca, seguía inclinada hacia abajo. Mismo libro, diferente página.

El Domingo decidió no salir de su habitación en todo el día. Sus padres le llevaban la comida al cuarto, pero los platos se no se veían vacíos. Su padre, desesperado. Quería saber más, tenía que saber lo que ocurría con Rodrigo, pero esa noche, no podía hacer mucho.

Al día siguiente, después de la escuela. Rodrigo, volvió a ir a la misma plaza, se sentó de nuevo en la banca y en el lugar de siempre. Mismo libro, primera página. Su menté volvió a divagar, tener sueños despiertos, imaginando un sinfín de cosas y figuras. Sintió la presencia de alguien. La persona extraña había vuelto. Su padre, lo había estado observando desde lejos. Estuvo todo el tiempo que Rodrigo estaba solo, de cómo cambio su expresión cuando la persona misteriosa llegó. No pudo contener las lágrimas cuando escucho a Rodrigo, cuando lo vio contento, cuando lo sintió completo. Su hijo había encontrado la cura para ser feliz. Después de unos minutos, se marchó. Agradecido, ya tenía la fuerza para hablar con él.

En la noche, entro a su habitación. Rodrigo estaba sentado al pie de su ventana. Lo abrazo muy fuerte. Le dijo que lo amaba y que estaba muy orgulloso de él. Rodrigo comenzó a llorar al escuchar las palabras, le pidió perdón por todo, pero su papá lo calló, le respondió que era él quien debía pedirle perdón. Se quedaron en silencio y ambos se quedaron contemplando la noche, pero ahora con una nueva página del mismo libro. Una muy diferente.

Fin

 

(Conversación entre Rodrigo y la persona misteriosa)

PE: Hola, no viniste ayer, llegué algo tarde, pero no te vi, el sábado no pude, lo siento.

R: Descuida, desde entonces había estado esperando para hablarte.

PE: Lo siento, pero eres muy guapo. Por qué siempre tienes ese libro tan curioso.

R: Gracias, me gustaría decirte lo mismo, pero no lo sé, tendrías que decírmelo tú, pero… tú voz es muy linda. Este libro mi papá me lo regalo para escribir, tiene el código Braille. ¿Cómo te llamas?

PE: Me llamo Mariana, ¿y tú?

R: ¡Rodrigo!

M: ¡Mucho gusto Rodrigo! Espero que podamos ser amigos.

R: Lo seremos, ¡si así lo deseas! Mi libro tiene escrito algo qué pensé para ti.

M: ¿Qué escribiste para mí?

R: dice así: ‘’En los jardines de la memoria, en la plaza de los sueños, ahí es donde tú y yo, nos volveremos a encontrar’’

M: Es muy lindo Rodrigo. Gracias. Me tengo que ir sabes, pero, podemos reunirnos mañana a la misma hora en esta banca, ¿qué piensas?

R: Aquí estaré Mariana, como cada tarde, ¡esperándote!

(Ella se marcha, él sólo sonríe para después marcharse a su casa también)

 

® Luis G. Álvarez (H. Matamoros, Tamps. México)

1 comentario:

  1. Hace muchos años, escribi un texto sobre un hombre vagabundo que conocio a una niña, Ella siempre estaba sentada ahi detras de una gran verja de acero,.en su casa en la orilla de la calle, El pasaba todos los dias y la saludaba,El le decia como era todo lo que acontecia, trataba de ilustrarle como eran las cosas a su alrededor,a pesar de que el era un Vagabundo y ella una hija de familia muy,muy adinerada, se hicieron muy amigos,por medio de el,Ella vio todo el colorido a su alrededor,..Ella era Invidente. Rodrigo me hizo recordar justo esa historia,... Felicidades, muy buen Texto,.!

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