martes, 27 de octubre de 2020

''Se acabo del problema'' ® Baltazar Cordero


 Nicanor pedaleaba su bicicleta bajo el ardiente sol de la canícula en la frontera tamaulipeca sudando desde la polvorienta colonia de la periferia donde vivía, hasta el otro extremo de la ciudad donde había empezado una obra para Don Fulgencio el dueño del depósito de licores.

 Hacia 5 anos que había llegado de su pueblo en el norte de Veracruz con toda su familia y se había adaptado a la vida fronteriza con su trabajo como albañil, oficio que bien conocía desde su pueblo mientras que Sara su esposa le ayudaba con la economía de la casa haciendo y vendiendo tamales de hoja de plátano. El se encargaba de ir al mercado y comprar la carne y prepararla. En su juventud había sido carnicero.

Ese fin de semana tenía un compromiso con su mujer para preparar un tamal gigante llamado Zacahuil, originario de su pueblo, un manjar de maíz con carne de puerco que se preparaba en tamaño casi del cuerpo humano para un cumpleaños de una vecina de su colonia.

Llego al sitio y se dirigió al viejo refrigerador que el patrón había llevado a la obra para poner a helar las cervezas que cada sábado les compraba a los trabajadores como un estimulo.

Ese día estaba solo, y así estaría por varios días mientras el resto del grupo terminaba otros detalles en otra obra del patrón.

Empezó a armar los castillos con la varilla corrugada que tenía ya cortada y comenzó a amarrarlo con los monos de alambre cocido. Ya casi terminaba, las fosas donde plantarían las bases de las plantillas de varilla corrugada. De pronto, se dio cuenta que alguien mas estaba del otro lado de la obra hablando muy quedito

-Te lo dije guey, te iban a reconocer tarde o temprano -

- Pues yo como sabia que se iban a juntar a protestar esas pinches viejas, esta tarde se le hicieron de pedo al pendejo del presidente municipal exigiendo me localicen, pero bueno me tuve que rapar pa que no me reconociera y, además, para este rumbo de la ciudad no viene la ley -

Entonces Nicanor presto más atención a la conversación mientras seguía amarrando varilla, Así, pudo enterarse, su patrón era el violador a quien buscaban en la tele desde hacía varios días. Sintió un coraje imprevisto pensando en su hija que pronto cumpliría 15 años, imaginarse el riesgo que corría cada vez que iba y venía de la escuela secundaria. No concebía que algo como eso pudiera ocurrirle.

Su patrón, era el violador, y estaba libre. Un rato después, los dos hombres salieron de la habitación a medio terminar.

-Qué onda Nica, ya llegaste, no te había visto -

- Si, acabo de llegar -

- Sigue solo aquí, yo mañana vengo como quiera, la raza terminara la otra obra-.

- No se apure patrón yo me la rifo solano -

El hombre salió del lugar y Nicanor se quedo pensando, el patrón era un riesgo público, no podía avisar a la autoridad porque no tenía pruebas más que lo que había oído

-Este cabron tiene que desaparecer, no puede andar suelto-. Pensó y pensó y pensó hasta que una idea se le vino a la cabeza, recordando algo que el cronista de su pueblo le contara.

Esa noche su mujer le recordó que tenía que comprar al día siguiente la carne de puerco para el Zacahuil, -Lo necesito para pasado mañana, viejo-.

El zacahuil que significa zacate o con sabor a zacate se conoce en náhuatl como tlaixpictle, traducido en estas lenguas como tamal grande y enchilado y atoloso, que actualmente se sirve en bautizos, primeras comuniones, bodas, cumpleaños, velorios y novenarios.

Al día siguiente antes de irse fue a la cocina y tomo el cuchillo con el que destazaba el puerco cuando lo compraba vivo. Lo metió a la bolsa de herramientas junto al lonche que comería ese día.

Llego a la obra más temprano que otros días, recorrió con la vista el área de trabajo, dos fosas para las bases de los pilares que trabajaba estaban aun sin la plantilla que amarraría el castillo. Tomo la pala y empezó a cavar 30 cm más hondo en las dos fosas.

Cuando llego el patrón, y mientras le daba algunas indicaciones, la tenía la pala en la mano, en un descuido del hombre, alzo los brazos, le asesto un fuerte golpe mientras el patrón estaba de espalda. Cayo inconsciente, rápidamente corrió a cerrar el portón del terreno donde se ubicaban para evitar interrupciones y jalo el cuerpo para dentro de la construcción.

Saco el cuchillo de su bolsa de herramienta y apunto al centro del pecho y lo hundió una y otra vez. Enseguida empezó a destazar el cuerpo, separo la cabeza, los brazos y las piernas parte por parte sacando los pedazos, fileteando primero la carne de las piernas y los brazos como en sus viejos tiempos de carnicero. Tomo la cabeza y los huesos resultantes de las extremidades y los vacio a las fosas abiertas de los cimientos que estaba preparando. Siguió destazando el tronco, separando lo más que pudo de la columna vertebral y vaciando cada hueso resultante a las fosas abiertas.

Todos los trozos de carne fueron colocándolos meticulosamente en bolsas de plástico oscuras que había llevado ex profeso y luego los metió en el viejo refrigerador mientras continuaba con su labor.

Arrimo un bulto de cemento y su proporcional cantidad de grava, agua y arena y empezó a mezclar hasta alcanzar la consistencia requerida para el vaciado. Acomodo bien los huesos sangrantes en las fosas emparejándolos sobre el espacio aproximado de un metro cuadrado, coloco la plantilla de la base de la columna y amarro el castillo de varilla corrugada en forma vertical poniéndole los soportes al lado para que no se ladearan.

Enseguida vacio la mezcla cemento grava y arena hasta que quedo completamente cubierto. Lo emparejo y cerciorándose que no quedara ninguna huella de sangre en el piso, procedió con la otra fosa para enterrar los residuos sangrientos de la maniobra. Puso la otra plantilla de varillas la columna y vacío de nuevo la mezcla de cemento en la fosa.

Recorrió toda el área con la vista para asegurar no quedara huella alguna y se acerco al refrigerador para ver cómo estaba los paquetes con la carne del difunto.

Al regresar por la tarde a su casa su mujer ya lo esperaba con la masa preparada para el zacahuil que tenía que entregar al día siguiente temprano. Se dirigió a la cocina con las bolsas de carne del difunto y empezó los preparativos para guisar.

-Prepara la masa, yo me encargo de esto-, le dijo a la mujer mientras ponía cada una de las piezas que contenían las bolsas negras en el cazo caliente con aceite y especies del adobo preparado, como sal cebolla pimienta, ajo y chile cascabel,

Un rato mas el contenido del cazo empezó a expeler olores característicos del adobo de siempre. Horas después el zacahuil estaría listo para entregar a primera hora del día

Antes de irse a dormir Nicanor empezó a recordar una tradición de la cultura huasteca desde la época prehispánica de su pueblo natal, que le había oído al cronista de su pueblo, y quien le había motivado a hacer lo que había hecho

Según esta tradición, en 1468 Moctezuma envió a un hombre de edad avanzada a recaudar el tributo entre los pueblos subyugados, pero aprovechando este poder, el hombre mancillaba jóvenes vírgenes. Cuando los tarascos derrotaron a los mexicas termino la impunidad del violador, el pueblo huasteco se entero del caso y apresan al mayordomo de Tenochtitlán para vengarse. Llenos de odio y para lavar la ofensa por el agravio a sus mujeres, deciden matarlo y desollarlo para finalmente usar su carne en un enorme tamal ceremonial el cual era comido por las víctimas. Envolvieron el cuerpo con masa martajada y enchilada, cubriendo lo con hojas de plátano, metiéndolo en un hoyo enorme donde lo llenaron de piedras y lo cubrieron con brasas. Ya cocido, lo sacaron y repartieron éntre las mujeres que habías sido ultrajadas quienes gritaban jubilosas: “tlanque cualantli” que en huasteco significa: “se acabo el problema”. Posteriormente esta tradición se extendió a los prisioneros de guerra como una tradición hasta que los frailes españoles horrorizados por esto pidieron cambiar la carne humana por la de animales, como res, cerdo, pollo y hasta guajolote. Esta tradición según los cronistas, cubrió las huastecas, veracruzana, hidalguense y potosina y hasta la tamaulipeca.

A las 5 de la mañana Nicanor se despertó para revisar el avance del tamal gigante, y colocarlo en el vehículo en que lo transportaría.  -Quedo pendiente nomas la mitad del pago- , le dijo la mujer. -Ok vieja-, contesto mientras prendía la vieja camioneta con placas vencidas del Estado de Texas que había conseguido recientemente en el mercado negro.

En el trayecto, analizo bien el horror de lo sucedido y le entro el remordimiento, pero pensando en la seguridad de las mujeres a su alrededor, una vez que entrego el producto y recibió el resto del pago, sonrió, recordando el grito prehispánico de las mujeres ultrajadas en tiempos de la gran Tenochtitlán que jubilosas exclamaban:  tlanque cualantli.

 

® Baltazar Cordero (H. Matamoros, Tamps. México)

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