miércoles, 23 de febrero de 2022

''Juntas de noche'' ® J. R. Spinoza


La maestra Normita no pensó que el camino fuese a ser tan largo. Ya sabía que la casa de Lucila quedaba fuera de la ciudad. Una cosa es mirar el mapa y otra recorrerlo. El camino llevaba hasta lo alto de una colina.

—¿La ve? Allá, a lo lejos, esa es mi casa.  

«¡Es una mansión!», pensó la maestra, pero se limitó a decir:

—La veo.

El chófer, era un tipo alto de pocas palabras, que solo contestaba con: sí, no y no lo sé, a las preguntas de la maestra.

Había deseado hablar con los padres de Lucila desde agosto. No asistieron a la junta inicial, ni a la de octubre o diciembre. Era febrero, y aun no les conocía. Por eso decidió visitarlos después de clase.

«Los señores Rusu deben ser ricos», pensó la maestra al ver el lujoso candelabro dorado que pendía del techo. La sala de piel Chesterfield y el suelo de marfil también eran signos de opulencia.

«¿Serán de la realeza?»

Hasta ese momento la maestra no había reparado en el apellido de origen rumano de Lucila. «En uniforme escolar todos se ven tan similares».

La maestra tomó asiento en el costoso sofá y notó como la luz de la habitación extinguía. La niña había comenzado a bajar las cortinas de toda la casa.

—¿Qué haces?

Lucila no respondió la pregunta. En cambio, alzó la voz para llamar a sus padres. Quienes acudieron a la brevedad cargando un par de velas.

Al notar su piel pálida y la ausencia de sombras, la maestra Normita estuvo segura de dos cosas:

Uno. Lucila era adoptada. Y dos. Las siguientes juntas, tendría que programarlas de noche.

 

® J. R. Spinoza (H. Matamoros, Tamps.)

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