martes, 13 de abril de 2021

''Setenta'' ® Matías German Rodríguez Romero


Ella lo vió todo.

Ocultada en un armario en el fondo los vio salir de su casa, armas en mano, de su propia casa. Tardó un buen rato en poder volver a respirar con tranquilidad y entrar a ver el desastre.

Agradeció a los cielos que la casa estuviese vacía cuando llegaron y que tuvo tiempo de ocultarse. Por la pinta que las personas que entraron a su casa tenían, era claro que iban a darle un tiro de haberlas encontrado a ella o a sus hermanas. Mientras juntaba trozos de su vida destrozados en el suelo por la brutalidad de aquellos mafiosos que a su casa habían entrado, comenzó a recordar la cadena de eventos que la habían llevado hasta ahí.

Estaba en la cocina, charlando con John, mientras veía pasar a la gente hacía la cena al fondo, mientras intentaba calmar sus ánimos

– ¿Puedes dejar de pensar en eso? No te hace bien.

– Es que son unos hijos de re mil, y lo sabes.

– Claro que lo sé… pero son personas complicadas. No sabes de lo que son capaces.

– Y ellos no saben quién soy yo.

Los vecinos se acercaron a la joven que se encontraba en el suelo, ordenando los restos. Ninguno preguntaba qué había pasado… todos lo habían visto, pero ninguno tenía las pelotas de meterse… todos sabían quiénes eran y de lo que eran capaces.

También sabían que había muchas chances que dejarán de molestar. Ello solo hacían eso… funcionar por base a miedo.

John la vio acercarse al jefe. Intentó detenerla a toda costa, pero cuando se había acercado lo suficiente, se alejó. Poco podría hacer para contener lo que de allí vendría.

– ¿¡Que mierda crees que estás haciendo!?

John se preparó entonces para el caos.

El mismo llegó entonces a la casa… había escuchado lo que había sucedido y salió de su casa tan pronto como supo para ayudarla. Ella lo vió llegar y le evitó la mirada. Él solo le comenzó a ayudar a levantar cosas y ordenar la casa. Minutos más tarde ella le habló.

– Tenías razón.

Él siguió ayudando a guardar sus cosas.

– No… la cuestión no es tener razón, ellos no tendrían que haber hecho esto.

– Quizás… si te hubiera hecho caso…

– No serías vos.

Ella logró dejar escapar una risa.

– ¿Que voy a hacer? – preguntó al aire.

Él solo puso su mano sobre su hombro, en señal de comprensión. Sabían que quizás vendrían cosas difíciles… y que deberían prepararse. 

 

® Matías German Rodríguez Romero

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