viernes, 26 de febrero de 2021

''Writer Corps Inovation'' ® Ulises R. Luján


 La escritura quizá no sea más arcaica que el arco, la coa, el tambor o la rueda; pero a lo mejor es el invento que más tiempo tardó en sofisticarse, para influir directamente en la vida social y personal de los seres humanos, sufriendo innumerables cambios a través de las épocas, cambios a los que el idioma pareció adaptarse conforme, según los puritanos de la lengua, los propios hablantes lo perjudicaban; cambios acaecidos con los nuevos descubrimientos de la comunicación visual o bien, mediante alteraciones inmediatas que olvidaban toda regla sintáctica u ortográfica, paulatinamente, el lenguaje escrito asume sus propios cambios, construyendo una cercana necesidad de habitar en el otro. Es sabido que no existe palabra antes escrita, que jamás haya sido pronunciada con anterioridad.

Desde sus orígenes, datados en el año 2,500 a.C., en la antigua Mesopotamia, con los cantos (poemas líricos) labrados sobre tablillas de las sacerdotisas sumerias, dirigidos a la numen lunar Innana, la palabra escrita ha representado un punto de encuentro entre la divinidad y el espíritu, el pensamiento y lo concreto, este esquema de cuatro constelaciones dio arranque al complejo desarrollo de la memoria, que se encargaría de almacenar y evocar los signos necesarios para transmitir más allá de mensajes, ideas colectivas. A pesar de ello, no todos los seres humanos tenían acceso al conocimiento escrito, ejemplo: las órdenes clericales de la Edad Media, se aseguraban de ocultar o revelar sólo aquellos textos que creyeran pertinentes para el culto sucesivo. No fue sino hasta el Iluminismo (s.XVIII), cuando la ciencia derribó al mito para mitificarse a sí misma; al surgir la imprenta de Gutenberg, invento que cambió la apreciación cultural del mundo hacia una industrialización del intelecto. Conocimiento y grafía, democratizados por primera vez, llegaban a la clase burguesa en específico, después a los sectores marginados, para que la educación se pluralizara. Durante el proceso sucedáneo de las revoluciones industriales, obreras, campesinas, la escritura fue fundamental para cumplir sus propósitos de acción militante, jugando un importante rol en la organización política de masas; el saber leer se convirtió en una necesidad de primera categoría, todas las escuelas públicas debían enseñar a leer y escribir por derecho humano.

Así es. La escritura representa el mayor grado de civilización que un pueblo puede llegar a concebir, según los estándares degradados del raciocinio, en ella están cifrados los elementos vitales de los que se sirve, mecanismos idiosincráticos, culturales, que determinan las diferencias y similitudes entre los pueblos. El emperador Adriano, durante el primer siglo después de Cristo, diría algo semejante: “La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana”. Pero la grafía también fue cuestionada por su efectividad como parte funcional del lenguaje, ya que, encasillar sentimientos, ideas abstractas, creencias fehacientes o significaciones concisas en determinados símbolos lingüísticos y formar con ellos una simulada proyección de realidad, pareciera como si escucháramos con oídos sordos.

Después de la imprenta de Gutenberg, se impulsó con ferviente aspiración, en casi todas las naciones del mundo, la producción literaria, sobre todo en el género moderno de la novela. Importaba en demasía la experiencia dada por un libro al lector. Cada país, con su muy pronunciado y propio sentido nacional, apoyaba a los mejores autores de su territorio, a los espíritus más brillantes del siglo, para que escribieran densas novelas de entretenimiento, dirigidas a las masas, mientras su reputación engrandecía (a la par de la obra escrita) y la nación criaba escritores como chinches en una alfombra. Todo esto fue así, antes que el comercio virara conforme a la degradación lectora del público, motivado más a ver la televisión que a leer un libro; la palabra escrita fue sustituida por la imagen en su totalidad; el encanto tecnicolor, la tercera dimensión, las dinámicas de marketing, ayudaron a establecerla. Sin argumentos válidos, fuera el género literario que fuese, donde el escritor ofrecía sus servicios creativos, se enfrentaba a la estupidez del consumidor, cada vez más perezoso o conformista. Contrario a lo supuesto, esto llevó a un crecimiento desmedido de las líneas de producción editoriales, un crecimiento que no se detendría hasta volverse obsoleto en sí mismo.

A finales de la segunda década del siglo XXI, los libros habían saturado el mercado, muchos de ellos se pudrían en las bodegas y almacenes de las editoriales, debido a sus deficientes métodos de distribución, sus altos costos, la crisis económica del lector promedio, mientras se ponderaba la idea de que es más importante la ganancia económica que la lectura en sí misma y su reticencia a promover sólo aquellos autores que catalogaban como buenos para sus lineamientos editoriales. Esto hizo que los autores no leídos fueran en aumento, engendrándose plataformas digitales de autoedición y con ello un nuevo campo para la escritura fue inaugurado, aunque no resultara tan influenciable al principio; sin necesidad de contratos hostiles, dependencias o regalías mediocres, impuestas por cualquier casa editorial prestigiosa.

A finales del siglo XXI, la escritura alcanzó otro estrado de su evolución, contra las dependencias que tanto la hostigaran por siglos, alcanzó una permanencia totalizante en el ser humano, con la primera máquina corpórea para escribir sensorialmente, ideada en el instituto de lingüística avanzada de la universidad (irónicamente) de Gutenberg y la empresa de tecnologías grafo-digitales Writer Corps Inovation, cuyas instalaciones centrales están ubicadas en la ciudad de Lucerna, desde el año 2011. Esta poderosa empresa con aires de ingenio y democratización del sentido autoral, enemiga natural de los imperios editoriales, ideó los primeros prototipos de una máquina proyectora de ensueños creativos, traductora de imágenes sensibles en palabras; pero tanto lingüistas, como programadores y científicos tardarían cerca de ocho años en vislumbrar los verdaderos alcances del invento, hasta hacer efectiva la traducción de pensamientos en palabras impresas, a la misma velocidad que una imagen es proyectada desde subconsciente hacia la luz de la razón. La máquina en resumidas cuentas, superaba la necesidad de usar bolígrafo, máquina de escribir o computadora, desde el dispositivo de un celular se puede conectar con el editor interfaz; quienes tuvieran el repentino arranque de escribir un libro, con sólo pensarlo un instante, la máquina procesaba el grado de emoción suscitada en el usuario.

La primera prueba fue realizada con el escritor Iodeso Junaen, de origen franco-libanés, ganador del premio nobel en el año 2087, por su inmensa obra novelística y perfectamente elaborada, salvo, por un libro, que según el propio autor, debido a su edad avanzada, presentía que no iba a poder escribir a tiempo. Este libro, titulado Uróbolo o sobre los placeres malignos, cabe resaltar, era esencial para completar una de las mejores sagas imago-naturalista que hubiera leído el siglo XXI, titulada “La transmutación elemental” y no hubiera sido posible de no haber colaborado con Writer Corps Inovation.

La osadía de Iodeso Junaen de someterse al experimento, inquietaron mucho, por otra parte, a los críticos literarios, quienes siguieron con detenimiento y gran atención la obra escrita por primera vez mentalmente, en una sola noche. Con el fallo a favor (unánime) de que la obra Uróbolo era circular y perfecta, dotada de elementos literarios hasta ahora no expuestos en la práctica, lo que reincidió en el estudio de la desapropiación del texto. El primer libro escrito sensorialmente fue como una confirmación de lo investigado in extenso desde el deconstructivismo, con la teoría de muerte del autor y la desautomatización del lector. Esta máquina de escritura sensorial era todo un éxito, sin duda; pero dejaba a todos (tanto críticos, traductores, editores y autores consagrados) un mal sabor de boca, pues con ella prácticamente todo lector ducho podía escribir sus propios libros, siempre y cuando se tuviera la predisposición, la paciencia, la imaginación suficiente para concebir un pensamiento abstracto como algo significativo, real para la vida; en menos de una noche el lector (el cliente) tendría frente a sus ojos el motivo de la obra, el punto de encaje, llámese inquietud o premonición artística, aparecida en una pantalla sensorial; lector frente a ese texto que siempre hubiera imaginado leer, su propio libro, con la opción de imprimir en cuanto lo hubiera pensado. Esa fue la victoria más importante del lector sobre el autor.

Desde el año 2090, cuando Nashira Gliese, una de las lingüistas que trabajaba en el proyecto a manos de Writer Corps Inovation, fue interrogada por los reporteros sobre qué sería de la literatura ahora que cualquier lector podía escribir sus propios libros, ésta respondió.

—Estamos seguros que cambiará la percepción del arte en sí mismo, también nuestro trato con las palabras, porque su elaboración no es tan directa como lo pudiera ser la imagen; se necesita conocer cada signo, poner en practica su entonación, la puntuación del pensamiento no dista mucho de la grafía, la gramática es inseparable de la mente creativa. Por eso, la literatura quedará libre de la figura autoral, ese es el objetivo. Pues literatura no es el autor, ni la obra, sino el sentido de construcción, que alguien prevé.   

Años después de que Iodeso Junaen hubiera colaborado con Writer Corps Inovation, falleció recostado en su cama, rodeado de la suntuosidad donde expiraban sus días, después de haber tenido una juventud precaria y llena de altibajos. No lamentó nada en su vida, excepto haber terminado su saga, “La transformación elemental”, con una obra tan perfecta como la que alguna vez imaginó improbable de escribir. La perfección de la materialidad, en ocasiones, representa una derrota para ámbito de la imaginación, pues quizá no haya mejor mérito para un escritor que el de mancharse las manos con sus errores. 

 

® Ulises R. Luján (Ciudad de México)

1 comentario:

  1. El texto tiene una fuerza inesperada. Me gustaría ller más de la publicación, del grupo y del autor.

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