''Decisiones'' ®Artemio Delgado
Aun recuerdo esa mirada que entraba por mis ojos y recorría cada uno de mis sentidos. Una sonrisa dispuesta que ilumina hasta el día más oscuro. Una invitación permanente llena de esperanza, para vivir con alegría cada nuevo amanecer. La danza perfecta entre juventud, inocencia y picardía. Un trazado que permite apreciar el corte y la confección de un uniforme hecho a la medida. Conjunto de cualidades que forman una fina mezcla de equilibrio entre la ilusión y el deseo. Una lucha infinita por la búsqueda de un amor incondicional y la pasión por devorar la exquisita dulzura de la fruta anhelada.
Imposible olvidar aquellos días de escuela. Un calor corporal incesante, una sed insaciable y un deseo enorme por existir. Resistir. Un conjunto de emociones que parecían nada, al compararlas con la combustión provocada por el encuentro casual y casi predecible entre aquella manzana que se remonta a los inicios de los tiempos y la curiosidad por desobedecer lo moralmente establecido. Una historia con un principio y un final, condicionada a lo previamente escrito. No sé si era el destino o un simple capricho de la causalidad.
Es increíble cómo se logra un balance entre un saludo tímido que grita en silencio y una mirada que deja caer en cascada el albedrío que cambia el concepto del desierto. Cada contacto era un futuro construido, algunas veces rosa y otras, azul, pasando por cada uno de los colores del arcoíris y en ocasiones por la ausencia de ellos. Una vida paralela que solo existía en la imaginación, o al menos en la mía. Es tiempo de cruzar la barrera del silencio, ser fuerte para soportar la decepción de la idea de una realidad que tiene más vida que la vida misma.
El día anhelado llegó, en un momento de debilidad, mi hermana pidió apoyo para la elaboración de una tarea. Su mejor amiga mostraba una sonrisa de complicidad. Era increíble cómo se mantenía una comunicación sin mencionar una sola palabra. La tensión se sentía en el ambiente. Rozar su mano semejaba al golpeteo de las olas en un mar en calma. Ver como coinciden las miradas cada vez que mi hermana se distraía, realmente era excitante.
Después de cumplir con las labores educativas y sin explicación alguna, la comunicación como la conocemos se dio de forma natural. Es la primera vez que intercambiamos palabras, pero pareciera que nos conocemos desde siempre. La plática y el juego se desbordaba en una confianza inusual. Por momentos pareciera alejar a mi hermana o nosotros de ella. El acercamiento se volvió más intenso y duradero. Los dos sentíamos lo mismo, pero no decíamos nada.
En un instante el tiempo se detuvo, las miradas se entrelazaron y los alientos se fundieron en uno solo. Los labios ya estaban húmedos y preparados para cumplir su destino. El silencio, concentración y entusiasmo no permitían escuchar el insistente golpeteo de una puerta que por fuera exige ser abierta, pero por dentro está sellada por la pasión y deseo de un inocente beso que quiere ver la luz por primera vez. Sin pensarlo, una voz que nace desde lo más profundo del subconsciente, silencia todo prematuro deseo, junto con el estruendoso golpe de la hermana. La puerta se abre y el universo se divide en dos.
Las horas continúan. Lo que parecía ser un juego inocente, se convirtió en una cacería. La balanza perdió el equilibrio. El deseo pierde el cauce y la humedad se hace presente. Por un lado, el arrepentimiento de no concluir el plan, mientras que, por el otro, se desataba una batalla entre escuchar los susurros del alma por hacer lo correcto o dejar que la tormenta de instintos carnales tome su estado natural. A pesar de la insistencia, en esta ocasión, el calor se apaga de golpe. Solo queda una ansiedad enorme por lo que hubiera sido. Él hubiera no existe, al menos, eso piensa la gente. Un recuerdo que se repite en constantes ocasiones. Una mirada que entraba por mis ojos y recorría cada uno de mis sentidos. Una vida dividida por una decisión.
®Artemio Delgado (H. Matamoros, Tamps. México)
0 comentarios:
Publicar un comentario