viernes, 23 de octubre de 2020

''No me adoptes'' ® Ben Ponce


 Esa primera noche fue muy fría, llamé a su ventana insistentemente pues me sentí morir del hambre. Me ignoró, lo sé, pues la luz de su cuarto permaneció encendida hasta la madrugada. Caí en un sueño profundo a causa del agotamiento, del cual desperté en sus manos. Quizá me creyó muerta pues no pudo disimular su disgusto cuando comencé a moverme.

—¡Es gata, para colmo! —expresó, al revisar mi entrepierna.

Al final, decidió meterme en su casa y darme comida. Supongo que necesitaba deshacerse de las sobras que acumulaba en la gran caja fría.

Durante las semanas que siguieron me mantuvo encerrada mientras él estaba fuera. No se tomaba el tiempo de jugar conmigo, se la pasaba pendiente de los objetos luminosos, del grande en su sala, del pequeño en su mano y del mediano delante del cual golpeaba piezas que hacían un ruido gracioso. Traté muchas veces de jugar con él, me rocé en sus piernas, me acosté en su regazo, pero no recibí más que su rechazo.

Descubrí todo tipo de alimañas viviendo en su casa, me encargué de eliminarlas poco a poco, aunque la mayor plaga, la que causaba más daño al ambiente no era otra que él mismo. Nunca me acarició, ni se divirtió observando mis travesuras, antes comenzó a pisar mi cola y patearme al paso.

Recuerdo que esa noche regresó muy tarde, yo moría de hambre; puso un plato sobre la mesa de la cocina, en éste sirvió algo de aspecto repugnante y olor fétido, luego lo abandonó por largo rato. Creí que se trataba de mi comida, así que trepé y comencé a tratar de comerlo para saciarme, sin importar el asco que me causaba.

El hombre regresó gritando, me tomó con su mano y comenzó a ahorcarme. Mis ojos lloraban, sentía que la vida se me escapaba, no tuve otra opción que adoptar esa forma en la que los humanos no toleran verme. Chilló como un cerdo al notar que me volvía más alta que él. Su actitud de macho se borró al ver mis largas extremidades y mis garras. La ira que sentí era tal que no dudé en rebanar su cuello y dejarlo morir desangrado.

Durante siglos he habitado entre los humanos, en este cuerpo que asemeja al de una gata, y de todos los que he conocido este fue uno de los más despreciables.

 

® Ben Ponce (El Salvador)

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