jueves, 29 de octubre de 2020

''Desperte'' ® Marytrini


Desperté. Con torpeza abrí los ojos porque mis párpados pesan. Mi visión es borrosa, tal vez por el estado de confusión que domina mi mente, pero un destello de lucidez me ha permitido captar que estoy postrado en una cama que me resulta familiar, cómoda, ¡mi cama! Eso me conforta, significa que respetaron mi decisión de suspender la quimioterapia en el hospital trasladándome a casa, el lugar donde quiero pasar los últimos días o quizás horas de vida, no puedo precisarlo, pero si cedo a la debilidad que me embarga. Podría ser esta tarde cuando la muerte me alcance.

Mi padecer es tolerable. Suspendieron las vitaminas y hormonas, pero me suministran medicamentos para disminuir el dolor, las náuseas y la ansiedad. Eso lo aplaudiría pero no puedo. Las pocas fuerzas las reservó para otro momento. Son para el temido gran final. Quiero resistir, luchar por un poco más de tiempo.

Siento frío. Con dificultad observé que la piel de mis brazos palideció y que mis manos tienen motes azulados. Supongo que la sangre pasa lentamente por las venas y no alcanza a calentar mis extremidades, lo que hace que esta frazada que tapa la mayor parte de mi cuerpo no sea suficiente para evitar los escalofríos que me recorren y entumecen.

Mi respiración tan irregular  es superficial e inexistente cuando no tengo compañía. Ahora estoy solo,  y lentamente estoy sumergiéndome  en un profundo sueño, tan profundo que es inevitable el desprendimiento del alma. Me he soltado. Y desde afuera, en otra dimensión, quizá en un mundo paralelo, puedo ver mi amado cuerpo inerte, quieto, como si su encomienda solo hubiera sido servirme, encubrirme, y después dejarme expuesto sin saber qué hacer. No es justo. Con desasosiego decidí posar nuevamente en él y esperar.

La espera fue corta. El final llegó, lo reconocí por una negra vorágine que invadió mi entorno, trayendo con ella un volátil espectro de esquelética figura que avanza hacia mí, ocultando la mayor parte del cuello, cara con capa y capucha, apoyándose sobre una hoz larga e intimidante que carga como estandarte ensartadas almas que gimen y blasfeman. Ya en mi costado, ha acercado su rostro al mío con ojos como el abismo me observa con interés, como si quisiera asegurar que soy yo, encontrar un indicio de miedo. Sí, lo tengo, porque ha extendido un decadente brazo, alzando su mano con un dedo huesudo y largo ha tocado mi cara, bajando por mi cuello que se ha detenido en mi pecho.

Lo sé, tiene la intención de tomar mi alma, y en su avidez ha levantado ambos brazos temblorosamente,  buscando destruir los lazos que me atan al cuerpo y llevarme con él, pero con pensativo desconcierto se detuvo, y en este silencio de muerte solo se escucha un sonido: lup-dup, lup-dup,… ¡Es mi corazón recuperando sus latidos! ¡bombeando sangre!...

Desperté. Mi sentido del olfato permitió descubrir el aroma dulzón de un durazno, sin verlo, adivino que está cortado en pequeñísimas porciones para que pueda tragarlo, seguramente lo colocaron a mi costado con la intención de despertar mis ansias de comer, sí, las tengo, pero si mi miedo a morir por atragantamiento es mayor solo aceptaré que ocasionalmente humedezcan mis labios con mínimos sorbos de agua. Tengo sed.

 

® Marytrini (H. Matamoros, Tamps. México)

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