-Doctor, sólo venía por una simple gripe.
-Tuvo suerte de que detectáramos su apendicitis. Ahora cuente hasta diez de forma regresiva.
La anestesia empezaba a hacer efecto. Las luces se volvían menos intensas. Los enfermeros se fueron de la sala.
-Ah, por cierto- dijo el doctor con una sonrisa-. Mi esposa se llama Claudia Alarcón.
Antes de que la anestesia lo venciera, el paciente sintió un abrupto ataque de pánico . . . al escuchar el nombre de su amante.
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