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miércoles, 26 de agosto de 2020

El beso robado

 Es media noche. Se ha quedado solo, en medio del recinto está el féretro de su

esposa. En la pared, desmantelada y fría, se proyecta en sombra, su perfil.

Decidido se acerca, levanta el cristal y en los labios amoratados del cadáver posa brevemente su boca. Cierra los ojos para sentir la ausencia y danza su pensamiento con la
piel fina del rostro entre sus dedos, la siente y tiembla. Le acaricia el brazo, y desliza la mano entre sus dedos de nieve. Es tan delicada la quietud de su cuerpo mudo, extendido e inerte. Callada como agua de otoño.

Pierde la noción del tiempo y murmura: —Te amo, duele mirarte. Quizá mañana me reúna contigo en el infinito cielo y se desvanezca este dolor y la soledad.

En el tripie la fotografía fue el único testigo de las promesas, las caricias y el beso que robado, a pesar del virus mortal.

 

® Gaby Escobar (H. Matamoros, Tamps. México)

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