Hoy no tenía nada que hacer. Pocas cosas son tan tristes como un domingo de jacarandas púrpuras, un sol liviano y en soledad. Decidí irme a estudiar a un café al aire libre. A ver gente, pero, sobre todo; a que me vieran. A percibir mi existencia a través de otros. A recordarle a cualquier transeúnte que estoy vivo y así, creérmelo yo mismo. Leer mis textos y pretender que los entiendo, simular reflexiones abstractas mirando de reojo para cerciorarme de ser visto.
Y allí estaba la actriz. Que no es que fuese actriz, pero que mi imaginación, en algún punto, decidió que lo parecía, y mi memoria accedió a guardarla como tal. Esa chica de cuerpo fino y ojos pícaros siempre estaba allí. A veces, llegaba algún conocido con el cual jugaba a cortejarlo, y al que al cabo de unos días se le veía desesperado en busca de ella. Pero la actriz simulaba no conocerlo, y pedía en voz alta;( para que todos la escuchasen) que dejara de acosarla.
Me gustaba mirarla y me divertía su juego. Ese día, decidí acercarme después de ya algunos años de ser su observador, y a sabiendas de que ella sabía quién era yo, le dije;
-Hola, sé que tal vez no seas actriz
Pero en mis narraciones sueles llevar ese papel
Quería decirte que soy testigo de tu vida
Y me alegro de que tú lo seas de la mía.
Ella, primero un tanto reluctante, bajó la mirada,
Luego, con una mueca que parecía la sonrisa más genuina dijo;
-Yo, te tomo por poeta,
No sé si lo seas,
Pero a veces me tocas en las noches mientras te imagino
declamando
palabras que no entiendo
a mis oídos.
Ante tal confesión, o serie de confesiones, la invité a caminar
A perdernos en los callejones de Coyoacán
A refugiarnos de la lluvia juntos
Y a contemplarnos sin juzgarnos.
Pero ella río por última vez, puso el semblante serio y me pidió;
(En voz alta para que todos escuchasen) que dejara de acosarla.
Desde entonces, la sigo viendo cuando va con sus amantes. A veces la cacho que me mira de soslayo, con sus ojos pícaros y la sonrisa más genuina. Y me siento feliz;
De que sea testigo de mis días
Y de poder tocarla
en poemas
que nunca escribo.
®José E. Alfaro Gallardo (CDMX)
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