Justo antes que el tiempo tuviera lenguaje propio;
cuando el rito y la herejía
se disputaban la creación del hombre;
durante la guerra entre la luz y la ceguera,
como una ambición apresurada del destino;
de la estirpe de Dios y del soldado;
del aliento de una boca con argumentos;
erigido donde sucede la noche
necesaria y conclusiva;
después de lo que viene y se abre frente al árbol,
sin murallas que lo separen de la roca
o de la puesta de sol;
impreso en las nubes, en el asfalto,
en la cumbre del sueño mismo,
en lo que empieza y termina,
el errante que salió de los hielos azules
entra a la ciudad,
cruza el río
y pasa.
® Rolando Reyes López (Cuba)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario