Estoy observando varios rostros
y ninguno es el mío.
Ya he visto varios cielos,
y que pena que el que llueve sobre mi cráneo,
esté muerto y apagado.
Todos tenemos un cristo en el alma
que desapercibidas veces,
se cansa de no aparecer por voluntad propia;
o un diablo que explota en llanto
de tanto arder en maldades ajenas;
o un vacío que termina por hincarte la piel
en palabras de piedra.
Y vomito ese asqueroso sentimiento;
pues todos parecen estar satisfechos
de saber que respiro
que mastico
que me visto-de quién sabe qué, pero me visto-,
y de no saber que camino sin rostro, sin dientes;
que estoy enfermo
de cristos, diablos, y vacíos dolientes,
y de saber que en verdad sí respiro
que mastico,
me visto, lloro, insisto;
pero la verdad siento
que no existo.
® Gabriel Orlando Regalado (Perú)
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