Y te vi bajar por la senda
triste, olvidada,
llevabas contigo
heridas en el corazón
que sangraban a cada paso,
las soportabas con toda razón,
y yo,
sin dudarlo un segundo
alivié tu dolor,
para que volvieras a sonreír,
creyendo de nuevo en algo tan simple
como lo es...
como lo es el amor.
®Gustavo Daniel Pesce (Río Primero, Córdova Argentina)
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